Dar un paso al costado para que no muera la ilusión por el proyecto y el sentido de aventura y se generen nuevos liderazgos es lo más sensato que he escuchado.
La propuesta que surge del expresidente y premio nobel Juan Manuel Santos Calderón, y que tiene como destinatario a su archienemigo político, Álvaro Uribe Vélez, como era de esperarse cae en terreno estéril, exacerbado por la petulancia, intolerancia, el odio, la soberbia, la prepotencia y las bajas pasiones en general, que subyacen en la condición humana.
La tristeza de haber sido y el dolor de ya no ser es de muy difícil aceptación para quienes se apegan al poder, y de mayor frustración saber que la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, porque la rutina ya no sirve y lo viejo deja de funcionar, entonces se requiere lo nuevo para seguir adelante.
Así interpreto al dramaturgo alemán Bertolt Brecht, consciente de un relevo generacional imparable e irrefrenable, porque nadie es indispensable y menos aquellos que tienen polarizado a un país hastiado hasta la coronilla de diferencias personales por la supremacía del poder.
No faltan las conjeturas que se hacen en redes sociales sin dejar de apuntar al universo de candidatos presidenciales, para insinuar que Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, es el gallo tapado de Uribe a los comicios presidenciales, ya no un títere sino algo peor, un duende en un yucal de dos días de nacido, o que Petro representa la debacle.
Conjeturas al fin, pero se debe ser más optimista, y en lugar de recalar en el refrito del castrochavismo para infundir miedo, es pertinente emular a Nelson Mandela en Sudáfrica o Pepe Mujica en Uruguay, ambos exguerrilleros, pero ejemplos de transparencia y desarrollo.
Hilvanar la buena palabra, que tiene poder y saca cimarrón del monte, es de más provecho que la desinformación que se divulga con fines de manipulación y engaño, fundamento de Juan Gossain al afirmar que, más que guerra sucia lo que decepciona es el manejo asqueroso de la prensa.
Rodolfo Hernández tiene como lema de campaña: no robar, no mentir, no traicionar, igual que los Incas: no robar, no mentir, no estar ocioso, muy distinto a estar camuflado como candidato de Uribe, cuesta trabajo creer, pero la política se vale de subterfugios, como el que paga para llegar, llega para robar, enunciado del excandidato presidencial Carlos Gaviria Díaz, que cobra vigencia en el contexto del debate electoral que se avecina para elegir congresistas y presidente de la república.
Por Miguel Aroca Yepes