ALEXANDER GUTIÉRREZ/ EL PILÓN
Se cree que las cometas son una tradición que une a Colombia con China y su origen dataría de hace más de dos mil años en este país de Asia Oriental, en ocasión de la dinastía Chunqiu (453 a.c.). La leyenda reza que un chino llamado Muo Di observaba un halcón que volaba sin batir las alas. Transcurridos tres años, habría elaborado una cometa que logró el movimiento del halcón y la dejó volar durante tres días.
Asimismo, registra la historia que desde el año 202 a.C., durante la dinastía Han, las cometas se emplearon con propósitos militares. Se distraía al ejército enemigo volándolas por encima de las ciudades para evitar que combatieran y sorprenderlos. Por esa misma época, también se implementó la tradición de cortar la cuerda de las cometas para que desaparecieran, figurando que las enfermedades y la mala suerte se las llevaba el viento.
Hoy por hoy, son conocidos muchos festivales alrededor del mundo cuyo atractivo principal son las cometas de diferentes tamaños y colores. En la región andina colombiana, es conocido el Festival del Viento y Las Cometas de Villa de Leyva, en Boyacá.
Dentro del área geográfica correspondiente a la región Caribe colombiana, los meses para elevar cometas varían según los departamentos. En Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico y La Guajira la tradición tiene lugar entre agosto y septiembre. En Magdalena y Cesar, la costumbre va desde los últimos días de noviembre hasta finales de enero.
En Valledupar y sus municipios la tradición parece mantenerse intacta, pese a las nuevas formas de ocio y diversión que atrapan a niños jóvenes y adultos a través de las redes sociales e internet.
“Es una tradición que se está perdiendo, porque muchos niños ya están es más pendientes de los juegos y el entretenimiento que brinda el teléfono celular. Ojalá cada vez más niños de Valledupar retomen esa tradición”, opina Juan José Gutiérrez, vendedor de cometas en los alrededores de la glorieta ‘María Mulata’, de Valledupar.
Afirma, además: “Yo he hecho todo tipo de cometas y papagayos. Soy de los cometeros más viejos de Valledupar. Aunque pasen los años, siempre hago y vuelo mi cometa para no perder la tradición”
Por su parte, Dioselina Castro recuerda con nostalgia: “Esa tradición la he vivido desde niña. Mi padre nos enseñó a hacer muchas cometas con cañabrava que nos traían de las fincas Villa Miriam y Pozo Morito. Salíamos a volarlas al antiguo parque de ‘La Vallenata’, en la Avenida Fundación. Tendría como ocho años cuando empezamos a elaborar las cometas con mis hermanos. Eso era todos los años. Hacían concursos y uno se divertía con los otros niños”.
Y concluye: “La tradición está vigente. Eso sí, antes había más fervor porque hasta con palitos de escoba se hacían las cometas y ahora los niños no quieren volar cometas por estar pegados al celular”.