A la encrucijada de China, que está afectando y de qué manera la cadena de suministros a nivel mundial, que es de por si motivo de gran preocupación, se viene a sumar un alza sincronizada de los precios de todas las materias primas en los mercados internacionales, empezando por el petróleo y el gas natural. Mientras el primero ha tenido un incremento del 70 % en los últimos doce meses, el segundo ha experimentado un alza del 300% (¡!).
El aumento del precio del crudo es atribuible a múltiples causas, pero se debe especialmente a la decisión de la OPEP+ de incrementar su oferta a cuenta gotas, en un momento en el que el repunte de la economía más lo demanda. A ello se ha venido a sumar el cuello de botella que afronta la infraestructura petrolera de los EEUU, así como la caída de sus inventarios.
Por su parte, el aumento de los precios del gas natural obedece a una baja en la producción, en parte debido a la caída de las reservas, a conflictos geoestratégicos, en los que Rusia tiene un papel protagónico y a una mayor demanda de Asia. Y las perspectivas de precios para estos dos hidrocarburos no son alentadoras, habida cuenta de la proximidad del otoño y el invierno en los países desarrollados.
Quien a esta hora debe estarse frotando las manos de la dicha es Putin, pues Rusia le está sacando provecho por partida doble en este escenario de mercados caóticos y de aumento vertiginoso de los precios del petróleo y del gas natural.
Podríamos concluir con el director ejecutivo del Comité de acero de la ANDI, David Barrios, quien refiriéndose al mercado del acero hizo una aseveración que se puede hacer extensiva a los productos básicos: “Hay una relación inversa en lo que es la producción e inventarios, de tal manera que no hay suficiente producto que permita satisfacer la demanda global y local”. Además, para terminar de configurar la tormenta perfecta resulta que, a consecuencia de la pandemia y la recesión económica que provocó, los grandes puertos chinos se vieron atiborrados de contenedores y no hay suficientes buques disponibles para acelerar el transporte con destino a Europa y EEUU. A consecuencia de este atasco, los fletes marítimos se han incrementado en más del 500 %.
Es en la Unión Europea en donde primero y con mayor fuerza se están sintiendo estos sobresaltos, los cuales terminarán por afectar también a EEUU y a Latinoamérica, amenazando con una hiperinflación global y con la ralentización de la reactivación económica. A Europa, particularmente, la sorprende en medio de un stress energético sin antecedentes recientes, con alzas inusitadas en los precios de la energía. Ello en razón a que han tenido que apelar, muy a su pesar, a la generación con carbón y gas, los cuales acusan precios elevados. De hecho, los precios de la energía en el mercado mayorista de España, por ejemplo, se han duplicado con creces en lo que va corrido del 2021. www.amylkaracosta.net.