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La tierra, problema de vieja data

Históricamente el departamento del Cesar se ha caracterizado por tener a su favor la naturaleza. Posee todos los pisos térmicos y tierras aptas para cultivar de acuerdo con las condiciones climáticas y de suelo. Esa ha sido su fortaleza, pero a su vez es su debilidad, porque el mismo afán de hacer uso de estas riquezas naturales ha llevado al abuso de la tierra.

El reciente informe que dio a conocer el Instituto Geográfico ‘Agustín Codazzi’ sobre los usos del suelo en Colombia hizo evidente todo el problema que afecta al Cesar en el tema de la tierra por el mal uso que se le ha dado. Este departamento que tenía más de dos millones de hectáreas aptas para cultivar, hoy tiene cerca de un millón desertificada y el resto en pésimas condiciones, debilitadas por su excesivo uso o por no usarlas. Por donde se le mire, la tierra cesarense está en cuidados intensivos y con ella su vocación agropecuaria.

El hecho de ser el quinto departamento entre 32, con más problemas de suelos es un campanazo de alerta que debe llevar a los dueños de fincas, a los gremios de la producción, a las entidades del Estado que se encargan de la parte técnica, caso ICA y Corpoica, a los gobernantes, universidades y expertos a pensar en una estrategia que impida que el suelo cesarense se siga desgastando y llegue al punto de no retorno.

Lo que viene ahora con el Fenómeno de la Niño se suma a lo que ya está ocurriendo: erosión, excesivo uso de maquinaria, de pesticidas, de debilitamiento de sus cuencas, sin contar las miles de hectáreas que hoy ocupan la operación minera.

El problema de la tierra o mejor del uso del suelo en el Cesar, no es nuevo. Lo que ha pasado es que se ha ido acumulando y ya llegó a un punto crítico que requiere la atención urgente. No se puede evaporar de la noche a la mañana toda la riqueza natural con que cuenta este departamento y quedar a expensas de lo que produzcan otros. Todavía hay suficiente suelo que se puede cuidar, mientras se recupera el afectado. Existen muchas soluciones, solo se requiere del interés de los que poseen la tierra y del apoyo del Estado.

Seguramente el informe del IGAC despertará la conciencia institucional para que genere escenarios de discusión y análisis que concluyan en propuestas serias y realizables, que sean transversales a la política nacional teniendo en cuenta que no es un problema exclusivo del Cesar. Todo esto necesita del acompañamiento de nuestros congresistas, no tanto de los que están ahora, que nada han hecho por el tema, si no de los que se posesionarán el próximo 20 de julio.

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