Por Luis Elquis Díaz
El “Informe de Desarrollo Humano 2011, Colombia Rural, Razones para la Esperanza” del PNUD. Concluye que cerca de 32 millones de colombianos, el 68.4% de la población son habitantes urbanos. Pero la mayor parte del territorio, el 94.4%, es decir, 1.954.465 kms.² es rural (31% pertenece a resguardos indígenas).
Según resultados del informe, las tres cuartas partes (75.5%) de los municipios del país son predominantemente rurales.
El informe señala que “Colombia entró a la modernización sin haber resuelto el problema agrario, porque siempre pensó que el país era más urbano que rural”.
Ninguna economía Agraria es viable ni competitiva en connivencia con 60 años de Conflicto Interno. El Conflicto Interno, gestó prácticas deplorables como el desplazamiento, desapariciones forzosas y el despojo de tierras; contribuyeron al éxodo rural.
Además, el marco legal establecido en la Ley 160 de 1994, por la cual se crea el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino, estadesincronizado con la realidad rural del país.
Estas realidades en una nación de vocación agropecuaria, aunado a los resultados del informe del PNUD, justifican el Paro Agrario Nacional, que inicio el pasado 19 de agosto de la presente anualidad.
Aparentemente, la suscripción de los Tratados Comerciales, es una causa menor de la problemática del Sector Agropecuario Colombiano; porque es reciente la firma de los TLCs.
Sin embargo, mientras las exenciones arancelarias desaparecen gradualmente, el estancamiento de los productores nacionales permanece constante.
Colombia necesita implementar un plan de reconversión agropecuaria que circunscriba el diseño de una estructura real sobre la tenencia de la tierra, con instrumentos legales para iniciar procesos de expropiación en los casos donde hubo despojo y desplazamiento por parte de la ley Guerrilla y el Paramilitarismo.
Concebir un marco legal coherente con la realidad territorial y rural. Garantizar la productividad y los mercados, principalmente, al pequeño productor.
Facilitar el acceso a los planes de adecuación de tierras y de distritos de riego, así como, la creación de créditos a los beneficiarios de los procesos de adjudicación de baldíos, potencializar la infraestructura vial y portuaria y replantear los Tratados Comerciales en lo pertinente con las desventajas en las transacciones.
La transformación del agro colombiano no necesita de un sistema político-económico inspirado en el socialismo; requiere de un gobierno comprometido con el sector primario y la seguridad alimentaria de la nación, elementos importantes en vigencia del Postconflicto.