Por: Julio Oñate
Pedirle a ‘Wicho’ Sánchez el autor de la Banda Borracha que no vuelva a tomarse un trago, es tanto como pedirle a Poncho Zuleta que le pague a Emilianito, o a Camilo Námen que se vuelva vegetariano, a Farid Ortiz que predique el evangelio, a Diomedes Díaz que cumpla los contratos, a Omar Geles que no vuelva a componer, a Isaac León que le eche flores a la gente, a Oñate que no corte con la lengua, a Alvarito’ López que se mande las gaseosas, o a Pedro Pumarejo que deje el gallináceo con las pollitas del Valle, al ‘Chichi’ Quintero que no vuelva a aspirar a la Alcaldía, al Valledupar Fútbol Club que gane un partido, al doctor Tobías Pumarejo que renuncie al ‘Zuletismo’ a Ricardo Gutiérrez que deje de atesorar música popular y finalmente pedirle a muchos cabecillas de los grupos vallenatos que acaben con el garrote que inmisericordemente le dan a sus pobres músicos.
No quiero significar con esto, que el compadre ‘Wicho’ Sánchez sea un irresponsable borrachín o alcohólico consuetudinario, pues él jamás ha sido hombre de amanecer doblegado etílicamente en un taburete o enroscado en un andén como cualquier beodo, pues muchas veces lo he visto claudicar en una parranda y como todo parrandero de talla retirarse a tiempo antes de hacer el ridículo cuando ya el trago nos ha ganado la partida quedando así expuestos al escarnio y cáusticos comentarios que los malos parranderos se merecen sólo por eso, por ser malos bebedores.
Pero allí es donde ‘Wicho’ saca la cabeza y se destaca como un bebedor irresponsablemente responsable, es decir, siempre en temple pero sin ajumarse jamás.
Tiempo atrás una grave enfermedad aquejaba a la mujer de ‘Wicho’ y él muy asustado de una viudez prematura, hincado de rodillas le ofreció al Dios Todopoderoso realizar un verdadero sacrificio: “Dios mío, sálvame ‘la Negra’ y te prometo que jamás me volveré a tomar un trago, ni si me lo brindas tú. Diosito Santo, es en serio, el día que yo vuelva a tomarme siquiera una gota de ron, quítame la vida y que se muera mi mujer y mis hijitos”.
Ante semejante petición, parece que el Señor de las alturas escuchó las suplicas de Sánchez y la enferma salió de la crisis volviendo nuevamente la calma al hogar.
Los días pasaban y ‘Wicho’ inquebrantable en su promesa rechazaba casi a diario las invitaciones de sus compinches parranderos para ir a La Mina o a Guacoche, como era habitual entre ellos. Ni siquiera una propuesta de Camarillo para una degustación de Chirrinchi quinao’ fue aceptada por el novel abstemio. Pero nunca falta un pero, y como enviado por el mañoco se le presentó en la casa Carlitos Espeleta que acababa de ganarse el chance, con una par de María Námen en una mochila destinadas a festejar el golpe de suerte y el pobre Sánchez entonces si responsablemente irresponsable sin temblarle el pulso destapó una botella y apurando la copa miró hacía la habitación donde descansaba su señora y los muchachitos exclamando perversamente eufórico: ¡lo que es hoy aquí en mi casa va a haber es una tendereta!.
Afortunadamente parece que por estar haciendo la siesta el Todopoderoso no se percató de esto y ahí está ‘Wicho’ nuevamente empinando el codo confesándole alegremente a sus amigos: “tengo licencia del cielo para beber, pero eso sí, con fundamento”.