Ya están todos los candidatos en el partidor; nunca esta tragedia fue tan apetecida, aspirar a un cargo de elección popular no es una delicia, es una tortura; sin embargo, muchos osan hacerlo, pero los más intrépidos son aquellos que lo hacen asistidos solo por sus capacidades y condiciones éticas y morales.
Infortunadamente, en nuestro sistema político-electoral estas virtudes son accesorias y escasas para el elector promedio; ni propuestas ni virtudes son atractivas. Nuestro sistema electoral es putrefacto, aquí opera el efecto “vagón”, muchos se embarcan en las campañas donde haya dinero para comprar la sed de un día, una vergüenza como sociedad.
Las elecciones sirven para lavar dineros mafiosos, los topes electorales son un saludo a la bandera, mientras haya dinero fácil no hay topes. Sin embargo, esto no es óbice para intentar derrotar esos mecanismos perversos que intentan sin escrúpulos retener el poder, con un carrusel sin fin, un círculo perverso. No obstante, esto no nos amedrenta, vale la pena dar la pelea por reivindicar la moral pública, el futuro de la sociedad y la suerte de los entes territoriales usados para amasar fortunas; esta es una verdad de apuño. Y, pese a que todos conocen quiénes practican estos métodos, muchos salen a encumbrarlos en las plazas públicas y luego en las urnas para lavarles sus pecados.
Más, no todo está perdido; el Pacto Histórico, una alianza ideológica de miradas diferentes a las que tienen otros partidos, respalda las acciones del gobierno del cambio del presidente Petro. Sus candidatos a alcaldías y gobernaciones tendrán una interlocución directa con el Presidente de la República, privilegio que no tendrían quienes lo adversan. Por primera vez, nos presentamos con candidatos únicos para enfrentar a los candidatos convencionales, esos que se reparten los presupuestos públicos entre amigos y dejan las obras inconclusas o las hacen de mala calidad.
Lograr los avales del Pacto Histórico no fue fácil, hacer converger a trece partidos y 51 congresistas alrededor de algún aspirante, tuvo muchas dificultades, las discusiones grupales los absorbieron y el tiempo, que es implacable, los agarró con los pantalones abajo; por eso muchos aspirantes en todo el país no alcanzaron a recibir sus avales cerrando las oportunidades a tantos candidatos. La cohesión en los partidos del gobierno no es absoluta, muchos vicios permanecen al interior de estos, los intereses particulares están presentes. Buscar la unidad no es fácil y mantener los principios y la coherencia menos. Es absurdo que muchos de estos partidos y personas que apoyaron a Petro en su proceso, en las regiones hoy apoyen candidatos adversos a este.
La venta de avales es una práctica en algunos partidos de garaje. Además, la centralización de los avales complicó la fluidez de los procesos, amén de que la plataforma se caía insistentemente. A Lina de Armas le llegó el aval faltando 10 minutos para cerrar el proceso de inscripciones pese a que hace 10 días se lo habían otorgado, quizás, hubo malas interferencias. Algunos candidatos de la derecha fueron a Bogotá a intrigar para que los avalara el P.H, apadrinados por aspirantes derrotados del Pacto. Caso patético el de Alain Jiménez, expresidente del Polo, resultó siendo un caballo de Troya que terminó apoyando una candidatura uribista. Este es un pésimo ejemplo para muchos militantes rasos proclives del Pacto a quiénes no podremos exigirles lealtad; muchos se sentirán libres para mercadear su voto. El hambre de los dirigentes no es diferente de la que tiene el elector de base; cada uno es dueño de su propia hambre.
Confiamos en que la mayoría permanecerá fiel a este ideario que nos ha trazado Petro. El petrismo está vivo, pero toca buscarlo en la superficie y debajo de las piedras como lo haría un arqueólogo. Este aval es de oro y se sincroniza con las directrices del gobierno del cambio; Lina será su representante en la alcaldía y Alexandra en la gobernación, sujetas al Plan Nacional de Desarrollo de “Colombia Potencia de la Vida”.
Por Luis Napoleón de Armas P.