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La suerte del Río Magdalena

Por: Amylkar D. Acosta M1
La suerte del Río Grande de la Magdalena, que fue como lo bautizó hace 509 años el conquistador Rodrigo Bastidas, ha sido una de mis mayores preocupaciones desde hace rato. Desde la Colonia y posteriormente en los tiempos de la primera República, a falta de vías carreteables y férreas este fue el principal medio de transporte de carga y de pasajeros.
Los primeros equipos y las primeras maquinarias del incipiente proceso de industrialización del país entraron al país por esta vía, la misma que le servía al también incipiente comercio interno e internacional. Pero, a medida que se fueron construyendo las carreteras y se amplió la red férrea, gobierno tras gobierno le fueron dando la espalda al Río el cual fue abandonado a su propia suerte después que se sirvieron de él. La tala de bosques primero y la erosión después a lo largo de los 250.000 kilómetros que abarca su cuenca, provocaron su colmatación con los más de 200 millones de metros cúbicos de sedimentos que arrastra anualmente, los que de contera afectan también el calado de los canales de aproximación y ello el acceso a los puertos de Barranquilla y Cartagena.
Cuando hablamos del Río Magdalena no estamos hablando de naderías sino de algo trascendental como el que más. Su recorrido de 1.540 kilómetros se extiende desde el macizo colombiano en el que nace hasta su desembocadura en el Mar Caibe, en donde se bifurca en dos brazos, el uno que conduce hasta Bocas de Ceniza y el otro hasta el canal del Dique. A lo largo de todo su trayecto sólo 700 kilómetros son navegables hoy en día por el abandono del cual ha sido objeto; 726 municipios están en el área de influencia de su cuenca hidrográfica y allí está asentada una población de 28 millones de almas, más del 50% del censo poblacional y el mayor porcentaje de esta es población vulnerable y con altos índices de necesidades básicas insatisfechas, la cual además deriva su subsistencia del Río. Por una ironía del destino y como consecuencia del cambio climático y sus devastadores efectos, debido a las riadas recurrentes que arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Ahora mismo las familias asentadas en sus riberas están literalmente con el agua al cuello!
Son 35 ríos afluentes al Río Magdalena (los más caudalosos e importantes del país, que también están languideciendo); allí se genera el 85% del PIB y el 70% de la generación hídraulica del país, al tiempo que se concentra el 75% de la producción agropecuaria, constituyéndose en la verdadera despensa agrícola y pecuaria del país. Dada su importancia y el grado de detrioro del mismo, los constituyentes de 1991 entendieron la imperiosa necesidad de su recuperación y con tal fin crearon la Corporación Autónoma del Magdalena, la única de orígen constitucional. A renglón seguido la Ley 161 de 1994 se encargó de desarrollar el precepto constitucional y mediante la Ley 141 de 1994 se le asignó el 10% de los recursos del Fondo Nacional de Regalías (FNR), los mismo que ahora están en riesgo con el proyecto de acto legislativo que pretende recentralizar el manejo de todas las regalías.

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