Ayer, mientras escribía esta columna periodística, estaba bloqueada la carretera entre el sur de La Guajira y El Cesar. Las comunidades guajiras protestaban por el abandono a que los tiene sometido el Estado.
Esta región de tradición pacífica se ha sublevado para llamar la atención del Presidente Duque, de las autoridades en general, con miras a encontrarle soluciones a un cumulo de necesidades que tienen.
Los medios de comunicación como EL PILON y LaGuajiraHoy.Com destacaron la subversión de los habitantes entre los municipios de Hatonuevo, Fonseca, Distracción, San Juan del Cesar, Villanueva, Urumita y Cuestecitas.
Alegan los manifestantes que se vieron obligados a bloquear la carretera en vista del silencio que guarda el gobierno del Presidente Duque para darle solución a una serie de problemas que tienen en el departamento de La Guajira. “Hace años esperamos ayuda”, dicen.
Los manifestantes bloquearon la carretera con troncos, matas y piedras y no dejaban transitar carros ni motocicletas. Claman por el desmonte del peaje en San Juan del Cesar, el cual consideran como una verdadera afrenta contra el patrimonio económico de los guajiros. “Es un robo”, afirman.
“Hace años estamos exigiendo la pronta recuperación de las carreteras, porque están intransitables y el monte se “come” lo poco que queda de la vía, especialmente a Riohacha”, dijo uno de los protestantes. Incluso, en los últimos días han ocurrido accidentes de tránsito con un saldo de varios muertos y heridos, por el pésimo estado de las carreteras.
Pero no solo ese es el problema. Los habitantes también exigen la pronta atención al sistema educativo de la península, porque los planteles educativos no tienen dolientes, la planta de docentes es muy ínfima y los recursos económicos son insuficientes, para atender a las poblaciones. Incluso, no existen programas de inclusión entre la población con discapacidad. Igualmente, reclaman que la red hospitalaria es ineficaz y en otros casos no hay servicios. Hasta del servicio de agua potable, están padeciendo los guajiros.
Es decir, que los habitantes de La Guajira viven un verdadero viacrucis, están de lamento en lamento. Incluso, los ciudadanos estiman que el gobierno nacional les presta más atención a los emigrantes venezolanos que a los propios guajiros colombianos.
“El gobierno nos tiene estigmatizados, porque pareciera que nos culpa a todos los guajiros de los malévolos políticos que han saqueado nuestra región; en Bogotá, Medellín y Cali también hay ladrones”, justifican los revoltosos.
Los sublevados aseguran que a raíz del control que ejerce el gobierno de Maduro sobre la gasolina, los guajiros sufren por la falta del combustible para abastecer sus vehículos. “Nadie nos oye”, dicen.
El trato que tenían como habitantes de frontera se ha perdido porque el gobierno nacional se olvida que La Guajira también es Colombia. Hay un trato diferencial que de todas maneras perjudica a los guajiros y los afecta tanto que ya empiezan a sentir que la crisis venezolana está golpeando sus hogares, sus patrimonios.
Pero si las dificultades la sienten los guajiros en sus casas, la etnia wayuu padece al triple la displicencia del Estado, porque sus hijos (miles) se mueren de sed y por desnutrición.
En fin, tenemos una guajira inerme golpeada por la marimba y la corrupción rampante y ahora el gobierno nacional les “cobra” a los habitantes lo pírrico que el Estado le da en su Plan Nacional de Desarrollo (2018 – 2022), que lo considera como un “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”, pero sin políticas definidas para La Guajira que se “está muriendo…”, como dice la canción de Hernando Marín. Hasta la próxima semana. tiochiro@hotm,ail.com @tiochiro.