Al abordar este tema, sea lo primero decir que hay que repensar el mundo y reconstruir el tejido económico y lograr nuevas tecnologías, así como tratar de forma sostenible los recursos naturales, entre ellos, la vegetación, el agua y el aire, es decir, recuperar y conservar lo que se conoce como biodiversidad.
Lo expresado es obligatorio ya que la humanidad no había pensado que un individuo que ni siquiera se considera vivo, nos puede ayudar a construir un segundo escenario de convivencia para los seres humanos y su entorno económico, salud, político y social y todo, para cuidar la naturaleza en condiciones para disfrutar de un antiviral; este coronavirus, está comprobado, es una enfermedad zoonótica, o sea transferible de animales a humanos, por ello requerimos participar todos en la acción de conservación desde nuestras posibilidades, aplicando reciclajes, compostaje, compra y utilización de productos o alimentos sostenibles, apoyo a empresas ecológicas.
Para ello hay que crear conciencia con educación ambiental sobre el futuro de la humanidad, que implica salvar la vida silvestre, hacer uso de los recursos naturales, antes que se transformen en basura; en fin, producir una recuperación verde, actuando por las buenas con la naturaleza, respetando sus leyes.
Debemos pensar en un verdadero desarrollo que determine cómo relacionar las dimensiones de desarrollo para que sosteniblemente contribuyan con el mismo; esto impone un verdadero reto estratégico para cada nación, puesto que la determinación de las soluciones estratégicas más adecuada implica someterse no solo al principio de sostenibilidad, sino adicionalmente a los principios de equidad, justicia y eficiencia, que garanticen un adecuado equilibrio equitativo entre dimensiones con el desarrollo, el cual no admite sesgos de una u otra en detrimento de los demás.
Para estos efectos se propone que las dimensiones del desarrollo sean dispuestas y relacionadas a través de una estructura sistémica que responda a un orden lógico estratégico en términos de la misión (deber ser), de las funciones (deber hacer), del esquema organizacional (con quién hacer) y de los instrumentos (con qué hacer), requeridos para el logro de la finalidad de cada nación.
En otras palabras, se establece la necesidad de disponer y relacionar estratégicamente las dimensiones del desarrollo mediante una estructura sistémica que garantice un adecuado equilibrio equitativo que armonice la misión, funciones, organizaciones e instrumentos de cada dimensión hacia la finalidad de la nación, en tal sentido se mencionan: la dimensión institucional o pública, cuya misión de regular, fomentar y controlar será realizada a través de la gestión pública, es decir, mediante procesos sistémicos de planificación, implementación y control de las políticas públicas y sus instrumentos.
La dimensión económica, cuya misión de producir bienes y servicios será realizada a través de los procesos sistémicos de planificación, ejecución y control de la actividad económica, procesos estos que podrían ser llevados a cabo en mayor o menor medida dependiendo del enfoque económico utilizado.
La dimensión social, cuya misión (deber ser) de participación, hacer terruño y ser feliz, será realizada mediante los procesos sistémicos de participación, veeduría y control ciudadano, lo que permitirá la existencia y el fortalecimiento de relaciones de confianza y de reciprocidad entre los distintos actores de la nación.
La dimensión ambiental, cuya misión es garantizar la sostenibilidad ambiental del desarrollo, ya que esta representa la base natural sobre lo que se sustenta el desarrollo de la nación, es decir, constituye, por un lado, las posibilidades ecosistémicas para generar bienes y servicios ambientales, y por otro lado, las posibilidades culturales, para entender, aprovechar y proteger responsablemente y sosteniblemente al medio ambiente.