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La soledad del rector

Por Gonzalo Quiroz Martínez.

En días pasados el experto en educación y exsecretario de la misma rama de Bogotá, Francisco Cajiao, en su columna de El Tiempo, escribió un artículo llamado “La soledad del rector”. Donde plasma unas realidades, las cuales ampliaré en ésta columna.

A los rectores de los colegios oficiales en Colombia, les caracteriza un tratamiento de segunda por parte de las secretarías territoriales. Los rectores y rectoras, son miles de hombres y mujeres que llevan el piano en las espaldas para evitar el matoneo escolar, aún contra de su propia integridad y seguridad.Se les responsabiliza de la deserción escolar como si la única variable que existiera para la deserción estuviera en las aulas. También los rectores son los únicos responsables de la calidad educativa. Afirma Cajiao: “de la buena marcha de un colegio depende que se desarrollen las capacidades académicas de las nuevas generaciones”. Pero la buena marcha de una institución educativa, no siempre depende de la exclusividad de las competencias rectorales.

Hay gobiernos de ambas categorías: departamental y municipal, que tienen a los rectores subliminalmente amenazados con procesos disciplinarios y traslados. Si los estudiantes o padres de familias protestan por falta de profesores, o por tener pésimas instalaciones o por las carencias de personal de apoyo, como aseadoras y celadores, el pagano de todo es el rector, porque esas protestas le dañan la imagen y gestión al mandatario de turno,de paso la gestión al secretario territorial.

En nuestro medio, se ha vendido la idea de que la educación anda bien porque los maestros no protestan por sus salarios, pero visitar a un establecimiento educativo oficial, es ver la otra cara de la moneda. Y lo que es peor, los organismos de control se las enfilan a los inermes rectores por la consabida omisión en sus funciones, como si la solución de los problemas de sus instituciones en la mayoría de los casos dependiera de ellos (los rectores). Según Cajiao “en numerosos casos, estos servidores públicos deben sacar de su salario para pagar abogados particulares que les ayuden con tutelas, investigaciones disciplinarias y problemas fiscales: ahí están solos”.

A los rectores se les trata frecuentemente como bomberos, que son importantes cuando hay incendios, solo para que muevan la masa estudiantil en beneficio un subjetivo programa que la administración territorial tiene y que requiere estadísticas poblacionales gruesas. Pero muy pocas veces sus necesidades institucionales son tenidas en cuenta y atendidas en los planes de desarrollo, peor aun, cuando el ojo retrovisor de la politiquería se fija en la persona del rector y no en la comunidad educativa a quien ese rector representa…bonito así.

 

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