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La soberbia, mala amiga

Estoy convencido que es mejor ser ignorante o inculto humilde, que sabio y sabelotodo, culto y soberbio, y siempre me acuerdo de una famosa frase, creo que bíblica, que dice: “Cuando Dios quiere perder a un hombre, lo vuelve soberbio” y agrego que cuando esa soberbia se convierte en la actitud de creer que todo lo sabe, que nadie sabe nada y que todos somos unas bestias, sin tener en cuenta que el mundo ha evolucionado y día a día, como Toyota nuevo pidiendo vía y que con sus conocimientos arcaicos y anacrónicos no es si no un humilde Renault 4, al cual su desgastado carburador lo tiene cascabeleando, a diferencia de las Land Cruiser de inyectores que serenamente andan a velocidades vertiginosas, da risa.

Eso de creer de que uno sabe más que todo mundo, porque en épocas pasadas supo algo, es un craso error adornado con la soberbia que es mala amiga y pésimo adorno; eso de creer que los conocimientos adquiridos hace medio siglo todavía están vigentes y no se actualizan, que el Internet es un invento lleno de mentiras, que todavía es lo que fue y vivir ilusamente creyéndose ese cuento, da risa y no es otra cosa que nostalgia de poder e inconformidad de verse superado por cantidad de personas, que hoy sea como sea, obtienen un cartón de profesional y con esfuerzos y dedicación le agregan posgrados, maestrías y doctorados que los acreditan como los mejores para ocupar altos cargos a los cuales antes se llegaba por virtud de la magia politiquera. Hoy no es así, ahora se llega por mérito, con hojas de vidas brillantes y llena de títulos y distinciones y profesionales como esos ya se están viendo egresados de la Popular y de la Udes, duélale a quien le duela y aunque sigan pregonando que son unos ignorantes que no saben donde están parados.

Que tal que ese pocón de plata que le metieron a la Universidad Nacional, pero de propiedad del Departamento, la hubieran invertido en nuestra querida Universidad Popular del Cesar y con ella hubieran capacitado profesores y adecuado los laboratorios a las diferentes carreras o hubieran dotado al Hospital Rosario Pumarejo de López para convertirlo en uno de Tercer o Cuarto Nivel para poder ir pensando en unas Facultades de Medicina y Odontología que a gritos la estamos necesitando y no andar con el cuento manido y conformista que estamos condenados de por vida a tener que mandar a los hijos y nietos a universidades de otras regiones, como antaño sucedía con el derecho y tantas carreras que hoy tenemos.
Si lo de la Nacional fracasa, Dios quiera que no, pero todo es posible, queda una puerta amplia abierta para que el Departamento le ceda esas edificaciones a la Popular, para que allí funcionen las Facultades de Medicina, Odontología, Veterinaria y Agronomía.

Mi falta de conocimientos y mi ignorancia supina, pero también el sentido común, que es el menos común de los sentidos, me secretean que por algo hay que empezar y que si alguien aunque sea un inculto e ignorante no lo propone, porque los cultos y sabios no dicen nada, jamás vamos a tener un médico, un odontólogo, un veterinario o un agrónomo egresado de una universidad vallenata, porque los sabios y sabelotodo dicen lo contrario y afirman, sin argumentos, que es lo más grave, que eso no es conveniente.

¿Será que siguen pensando que el mundo todavía es de ellos y que los pobres no tienen derecho a tener hijos profesionales de la medicina y tienen que conformarse con ser enfermeros o simples contadores públicos, de los que ya tenemos suficientes? Todo indica que sí.

 

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