Mucho se ha especulado en los últimos días sobre la realidad financiera de Cafesalud, y no es para menos, toda vez que de la suerte que corra la hoy más grande EPS del país, dependerá la garantía del derecho a la salud de sus más de siete millones de afiliados, por lo que se justifica presentar algunas precisiones sobre el tema.
La Contraloría General de la República, en un reciente Informe de Auditoría, pudo evidenciar la difícil situación financiera que atraviesa Cafesalud, la cual ya había sido advertida por la misma Superintendencia de Salud desde el año 2012, antes de recibir los cinco millones 269 mil afiliados provenientes de Saludcoop.
Además del nuevo número total de afiliados, que superaban en seis veces los afiliados propios de Cafesalud, parte de la actual problemática tuvo origen en el modelo de Grupo Empresarial impuesto desde su matriz, toda vez que servicios administrativos internos, que cualquier entidad del sector público o privado suple con sus propios recursos, en el caso de Cafesalud habían sido tercerizados en su totalidad, de forma tal que la EPS no contaba ni con una Oficina Asesora Jurídica propia, ni con una Gerencia de Sistemas, entre otras, que respaldaran y custodiaran su información. Tales servicios eran subcontratados con otras empresas independientes, aunque pertenecientes al mismo grupo, dejando necesidades esenciales para la operación administrativa y financiera de la entidad, bajo el control de terceros.
Todo lo anterior condujo a una incertidumbre generalizada sobre la información contable y financiera al punto que, según pudo comprobar la Contraloría General de la República, los Estados Financieros presentados por la EPS no fueron aprobados por la Junta Directiva, y adicionalmente, el Revisor Fiscal de Cafesalud se abstuvo de dar opinión sobre los mismos, dejando en claro que la contabilidad de Cafesalud carecía de soportes, no permitía respaldar las transacciones, y en general mostraba deficiencias de control interno.
Adicionalmente, no habría forma de establecer qué porcentaje de dichas cuentas por cobrar puede efectivamente recuperarse. A pesar de las medidas preventivas impuestas por la Supersalud, la situación financiera de la EPS empeoró sustancialmente con el traslado de todos los afiliados de Saludcoop: si bien sus ingresos operacionales aumentaron en un 32 %, los costos operacionales, sin embargo, crecieron desproporcionadamente en un 52 %.
A manera de ejemplo, dentro de los Gastos Operacionales, el rubro de Gastos de Mantenimiento y Reparaciones aumentó en un 268 %; los gastos por Servicios aumentaron en un 124 % y los gastos en Honorarios aumentaron en un 49 %, entre otras.
De igual forma, dentro de los principales activos de Cafesalud se encuentran las Cuentas por Cobrar, tanto a corto plazo como a largo plazo. Las Deudas de Difícil Cobro presentaron un crecimiento sostenido, reflejando la dificultad de su conversión en efectivo, y actualmente representan el 38 % de los activos de Cafesalud.
Además, no existe certeza de la cuantía de los pasivos a cargo de la EPS. La Contraloría pudo evidenciar que existe facturación por servicios prestados, incluso en vigencias anteriores, que aún no ha sido reconocida ni registrada en los Estados Financieros, y de igual forma existen otros pagos que, habiéndose ya efectuado, todavía figuran como cuentas pendientes por pagar.
La pérdida patrimonial de la entidad condujo a que para diciembre de 2015, los pasivos totales equivalían ya al 244 % del total de activos. Es decir, aún si se pudiera convertir en efectivo la totalidad de los activos de la empresa, que como se advirtió incluyen la cartera de difícil cobro, los recursos no alcanzarían sino para pagar el 41 % del total supuestamente adeudado. Lo anterior sin contar que se desconoce la existencia de otros pasivos que no hayan sido registrados contablemente.
Los Estados Financieros parciales, a corte del 30 de junio de 2016, reflejan pérdidas acumuladas por más de $339 mil millones de pesos, que equivale a afirmar que Cafesalud venía perdiendo más de $13 mil millones de pesos semanales.
Por José Antonio Soto Murgas