Hace cinco años tres prestigiosas damas de la sociedad vallenata tuvieron la feliz idea de fundar un colegio bilingüe y escogieron el nombre de La Sierra International School, ya conocido en la región como La Sierra. Felicitaciones por esa feliz y fructífera idea a Marlen Lacouture, Claudia Parales y Carolina Castro, que hoy tienen la satisfacción de ver como día a día el colegio crece y se distingue en el ámbito nacional al obtener la Certificación Internacional de la Compañía Advand ED SACS, que lo consagra como el único plantel educativo del Cesar con esa alta distinción y como un colegio bilingüe de verdad.
El esfuerzo que han hecho ha sido grande, pues sin solicitarle a los padres de familia cuotas extraordinarias de construcción, ni de nada, hoy exhiben con orgullo y satisfacción un bello plantel hecho con un modelo arquitectónico único aprovechando las piedras que por montones existen en esa región, es utilizada sabiamente por los arhuacos para hacer los corredores, muros y pisos y un cerramiento de cercas vivas; estar en La Sierra no es un privilegio, sino una buena inversión que hacen los padres de familia para que sus hijos disfruten del aire sin contaminación que allí se respira, de bellos paisajes naturales, amplias aulas con aire acondicionado, escenarios deportivos muy buenos y lo más importante, conocimientos enseñados por profesores bilingües oficialmente reconocidos.
La Sierra está ubicada muy cerca del Seminario Juan Pablo II, pasando el arroyo del Capitanejo, en la vía de Los Besotes, en un lote en las riveras del Guatapurí de 50.000 M² y el propósito futuro es fundar una universidad. Ojalá Dios les dé fuerza para lograrlo.
Como dice el colega columnista, pariente y amigo Rodrigo López Barros sobre Pueblo Bello, parodiándolo digo yo: estudiar en La Sierra es una ricura, una delicia, pues en ese ambiente montañero, bucólico creo que se llama, la molleja está abierta y las ideas y enseñanzas le entran a los alumnos con más facilidad.
La vía no está mala, pero no está buena y tal vez por el clamor que desde esta columna hemos manifestado, he sabido que el señor gobernador Franco Ovalle y el alcalde Tuto Uhía rápidamente le van a meter el diente para arreglar la vía hasta la bella población arhuaca Ikarwa, que es un Nabusimaque en miniatura, a 10 minutos de esta ciudad en donde además funciona un colegio indígena que alberga más de 100 niños que hacen malabares para poder llegar a clases: hasta La Sierra en un bus grande, ahí hacen trasbordo a una buseta y finalmente llegan unos a pie, otros en bicicleta y burros. No hay derecho.
Cancelada la porfía con el señor Alcalde Tuto Uhía, él gana, no se pudo, pero insisto que transitar por las carreras 9 y 11 es un martirio por la huecamenta que en ellas hay y le vamos a cambiar el nombre al Valle de Upar por el Valle de los Huecos, tampoco hay derecho que desaparezca la Sorpresa Caribe del inolvidable hombre público Aníbal Martínez Zuleta.
Por José M. Aponte Martínez