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La semana mayor

“Ya no salen aparatos en los caminos”. Así es, los aparatos que decían nuestros abuelos que salían en los caminos ya no lo hacen, tal vez por tanta inseguridad, y a esto hace referencia Dagoberto López (q.e.p.d) en la canción ‘Costumbres perdidas’ incluida por los Hermanos Zuleta Díaz en el L.P. titulado ‘Pa’ toda la vida’ que salió a la venta el 22 de agosto del año 1980.

Nos encontramos ya en Semana Santa, días especialmente situados en el almanaque para recordar la vida, ejemplo, pasión y muerte de Jesús, quien entregó la vida para la salvación de la humanidad, murió para vivir eternamente el hijo de María, víctima de la traición de uno de sus amigos, la envidia de quienes sentían en riesgo su poder y el prevaricato de un administrador de justicia sin pantalones que tuvo miedo de fallar en derecho, acobardado por la multitud que pedía sangre en la arena, con razón o sin ella, sin importar si era culpable o inocente.

No solo por circunstancias espirituales sino también por razones de orden público, son días durante los cuales debemos todos reflexionar sobre el país que se quiere, la justicia que nos merecemos, sobre la familia que tenemos y el futuro que nos espera.

Es imperativo durante estos días que son de guardar y no de parrandear para tener presente la plegaria que nos enseña, que también es manifestación de Dios en su sabiduría cuando a él le pedimos fuerzas para llegar lejos y nos hizo frágiles y vulnerables para ser humildes y obedientes; le pedimos salud para lograr cosas grandiosas, pero me creo vulnerable para hacer cosas grandiosas, y me trajo a este mundo frágil para que hiciera mejor las cosas; le pedimos riquezas porque creí que así sería feliz, pero me dio la pobreza para que fuera sabio.

También durante estos días recuerdo que le pedimos poder para lograr la administración de la vida de la gente y me mandó debilidad para que sintiera necesidad de él; le pedí todas las cosas para disfrutar la vida y me dio vida para disfrutar las cosas; no obtuve de él todo lo que pedía, pero a pesar de mi mismo mis silenciosas plegarias fueron escuchadas porque me ha dado en abundancia lo que verdaderamente necesito, un corazón lleno de gozo y una vida enteramente intelectualmente útil y colmada de alegrías.

Ante tantas bienaventuranzas y pruebas a mi fe, recibo esta semana del que todo lo puede convencido que soy el hombre más rico en bendiciones entre todos mis semejantes.
Son suficientes las anteriores razones para que entre la gratitud y la pena por la injusticia cometida con quien murió por la salvación de nosotros, este artículo haya sido escrito, como dijo Leandro Díaz en ‘Matildelina’, “chiquitico y bajito de melodía”.
@Nene_AcostaM

Luis Eduardo Acosta Medina: