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La salud mental de los vallenatos: un problema latente

Preocupa considerablemente la salud mental de los vallenatos, especialmente los suicidios ocurridos en las últimas horas. Precisamente en un informe publicado ayer en este medio, se trató este problema que afecta tanto a jóvenes como a adultos.

En la ciudad existen programas dirigidos a tratar el tema, enfocado principalmente a los jóvenes en edad escolar, mediante charlas que han servido para conocer que muchos niños y adolescentes han pensando por lo menos una vez, acabar con su vida.

Ayer un hecho ratificó esta problemática, al conocerse el suicidio de un joven de 16 años, que decidió terminar con su vida por motivos desconocidos, sean cuales sean, es una decisión fatal que afecta no sólo a su familia sino que impacta a toda la sociedad.

¿Qué está pasando por la mente de los jóvenes? ¿Por qué se sienten tan deprimidos y angustiados? ¿Es suficiente atacar este problema con charlas a los estudiantes? El problema va más allá y se debe reenfocar para evitar que estos lamentables hechos sigan ocurriendo. La clave está en el núcleo familiar, que es el epicentro de formación de ser humano y es ahí donde se deben cimentar los valores y el amor por la vida, de la mano de los padres, que fortalezca a los hijos a enfrentar las circunstancias de la vida, por muy difíciles que sean.

Sólo el año pasado ocurrieron 17 suicidios en Valledupar, una cifra que no incluye el resto de casos en los otros 24 municipios del Cesar. Y este año ya van 10 casos.  Estadísticas que superan lo ocurrido en 2010 y 2011. 

La salud mental de las personas es un tema que debe ocupar las agendas gubernamentales tanto del Alcalde como del Gobernador, pues Valledupar no cuenta con una Unidad Siquiátrica que atienda de manera urgente casos de este tipo. Existe algo parecido a una Unidad en el Hospital Rosario Pumarejo de López, pero funciona a medias, por lo que los pacientes de alta gravedad son remitidos Barranquilla o Santa Marta.

Pero también es un problema que incluye a Padres de Familia, docentes, sacerdotes, guías espirituales de las diferentes iglesias que existen en la ciudad, líderes comunitarios, entre otros, que puedan detectar cuando un miembro de la familia presente síntomas depresivos o demuestre intenciones de no querer vivir. 

Ojalá este tema no sea mediático y lo atiendan con pañitos de agua tibia. Las ONG que ejecutan los programas y proyectos de salud mental en el Municipio y el Departamento cumplen con su papel y ahí termina su intervención, por lo que se requiere que las estrategias sean sostenidas y permanentes.

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