Años tras años EL PILÓN ha sido testigo con el registro de informes periódicos sobre lo relacionado con la prestación del servicio de salud en las zonas rurales, no solo de Valledupar, sino también en los distintos municipios del departamento del Cesar.
Desde luego que son más evidentes las debilidades de la salud en la zona rural de Valledupar, pues aquí se concentra el mayor número de población en comparación con otros municipios.
En el caso de Valledupar se tiene que de los 25 corregimientos del municipio no todos tienen médico permanente. Los médicos y enfermeras de estas localidades son egresados universitarios que realizan su servicio social obligatorio (más conocido como año rural).
Sumado a eso, en su gran mayoría los puestos de salud del área rural carecen de medicamentos y demás insumos para la atención de los pacientes.
Ese es el común denominador en las zonas rurales: deficiencia en el número de personal médico en los distintos puestos de salud, en el suministro de medicamentos, en campañas de prevención y promoción para la atención de la salud mental, embarazo en adolescentes y el consumo de sustancias psicoactivas, estas son las más notorias, pero la lista de deficiencias es mucho más larga.
Esa situación crítica volvió a cobrar vigencia en estos momentos en el corregimiento de Atánquez, norte del municipio de Valledupar, tanto es así que la comunidad kankuama, con el cabildo gobernador a la cabeza, en la noche del pasado martes se tomó las instalaciones del hospital de esa localidad, según sus líderes, porque ya se cansaron de los malos servicios y no han podido lograr que autoridad alguna les preste atención para buscarle una solución al problema.
En sus declaraciones el cabildo gobernador aseguró que no entregarán el hospital hasta tanto no se les garantice la solución a los problemas a ese ente de salud. Ese es un problema complejo para las autoridades municipales de salud, aunque esto no es nada nuevo, lo que si es actual es la decisión de los kankuamos de acudir a las vías de hecho para llamar la atención.
De allí debe salir una solución salomónica y que se apliquen o se ejecuten las acciones acordadas desde hace mucho rato entre distintos sectores comprometidos con el tema. Es de recordarse que hasta el Concejo Municipal en el año 2020 puso el dedo en la llaga mediante la realización de un debate de control político.
En esa ocasión el Concejo Municipal le exigió a la Secretaría de Salud revisar cuál es la cobertura real de la población asegurada en los corregimientos de Valledupar, pero parece ser que pasaron los años pero los problemas se quedaron ahí, tal como se evidencia en estos momentos en Atánquez.
En qué quedó también la exigencia a las EPS de la entrega oportuna de medicamentos, precisamente en esa ocasión un concejal afirmó que el Hospital Eduardo Arredondo, HEAD, había reconocido las debilidades que se tenían en la prestación del servicio. “Es importante revisar los temas de los servicios de energía y acueductos en los puestos de salud que son muy deficientes, mirar cómo colocar médicos en los centros poblados más dispersos como por ejemplo Guaimaral y Villa Germania. Igualmente se requiere una ambulancia en la zona norte de Guacoche y la otra en la zona sur en Los Venados”, fue una de las exigencias hechas.
Todo eso indica que gestiones y presiones si se han hecho, no obstante, el panorama para las comunidades rurales no cambia, sigue siendo el mismo. Se requiere entonces que las autoridades de salud, en especial la gerencia del hospital Eduardo Arredondo Daza, entregue explicaciones al respecto. ¿Qué ha pasado?, ¿por qué casi dos años después siguen sin cumplirse las exigencias de lideres y comunidad en general?
Igual el Concejo Municipal, es hora de hacerle seguimiento al tema, las comunidades rurales se lo van a agradecer.