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La salsa de las matemáticas 

El físico, escritor, melómano y apasionado por el arte y la cultura, Álvaro Calderón, excatedrático de la Universidad Popular del Cesar y radicado en Ecuador, enfatiza que las matemáticas en la música se remontan a Pitágoras, y el gusto de los matemáticos y físicos por la salsa no es la excepción.

A manera de literatura científica referencia el sonido que produce el movimiento armónico de los planetas que orbitan alrededor del sol y subraya el fenómeno físico de la resonancia que en el cuerpo produce la música que te hace vibrar con la frecuencia de una canción. 

Sin clave no hay son, demostrable con la matematización del pentagrama o notación musical, expone Calderón en su novela ‘El Danzón de Pedro’, en rememoración del músico Pedro Calderón Zequeira, en su natal La Paz, tras evocar los años mozos cuando aprendió a valorar la magia de la salsa en Bogotá y Cali en los albores de los años 70, época reseñada por sus estudios secundarios y universitarios, predominada por  las orquestas caribeñas de ‘Lucho’ Bermúdez, ‘Pacho’ Galán y afamadas agrupaciones venezolanas como Los Melódicos y la Billo’s Caracas Boy, que sin ser salsa grabaron números salseros, pues en su opinión fue una 

estrategia de Johnny Pacheco y Masucci grabar música en el formato como se estaba haciendo en Nueva York.

Salsa dura con descarga de instrumentos y melodía para el bailador, perdurará siempre, tras lo hecho por la salsa brava, sin menoscabo de la salsa romántica que describe como la de mejor filosofía y literatura, revestida de poesía y el romanticismo que enamora, pero venida a menos en el ámbito comercial. 

Calderón enriquece la crónica con anécdotas sobre el éxito musical en que se convirtió “Rebelión”, página interpretada por Joe Arroyo y su orquesta La Verdad, la que, a propósito de una KZ en Valledupar, disfrutada por los 3 Álvaro: el senador Álvaro Araújo Noguera, Álvaro Castro Castro y Álvaro Calderón Calderón, impactó al congresista cesarense por ser una denuncia histórica que también conmovió a sus contertulios. El físico y matemático no dejó cabos sueltos en el anecdotario para hacer historia con el puertorriqueño Ismael Rivera, quien sin saber que era un vallenato grabó ‘Dime por qué’, en el ritmo de salsa, canción de la autoría de Carlos Gutiérrez Céspedes, que popularizó Alfredo Gutiérrez. 

Para el escritor de La Paz hubo una época de sesgo con una salsa sin mensajes, influenciada por lo meramente comercial y limitada a situar éxitos en el mercado. ¡Es que los poetas naturales que se inspiran y son el sentimiento de las circunstancias es la mezcla perfecta de música y literatura, dos expresiones del sentimiento humano, en contraposición a los poetas que se forman!, elucubró el melómano. 

El académico, quien hace remembranza de su novela: ‘Mírame el guiño del alazán’, inspirada en la canción ‘Mírame fijamente’, de Tobías Enrique Pumarejo, una de cuyas estrofas es llevada al cine, cantada por Sarita Montiel, hace un contraste interpretativo en el mismo texto con ‘Poncho’ Zuleta, en torno a la obra antológica. 

La denuncia histórica que alude Araújo Noguera se compendia en una de las estrofas que narran el esclavismo despiadado y el sometimiento sangriento de los africanos: En los años mil seiscientos, cuando el tirano mandó, las calles de Cartagena, aquella historia vivió. 

Por Miguel Aroca Yepes 

Categories: Columnista
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