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La sabiduría de Dios

“Cristo es poder y sabiduría de Dios”. 1Corintios 1,24
La semana pasada, con ese mismo texto, reflexionábamos acerca del poder de Dios. Hoy lo haremos sobre la sabiduría. San Pablo, le pide a Dios que les dé a los efesios un espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de él.

Dios está anhelando iluminar a sus hijos en el conocimiento de él mismo. Siempre está dispuesto a enseñar, más allá de lo que nosotros estamos dispuestos a aprender. Dios ordena la revelación de manera progresiva y en la medida en que nosotros podamos entenderla. Él tiene una mirada perpendicular y panorámica de los acontecimientos, conoce todos los cambios y las combinaciones, todas las acciones y los efectos completos de cada revelación expuesta ante los ojos de sus criaturas.

Ciertamente, Dios sabe más de lo que nosotros jamás sabremos. Él es infinito en sabiduría y conocimiento y ha escogido revelar toda su sabiduría en la persona de su Hijo Jesucristo, quien se describe como Sabiduría de Dios.

Amados amigos: La sabiduría es la correcta aplicación del conocimiento. ¡Tenemos necesidad de aplicar el conocimiento adquirido, manifestado en decisiones certeras y oportunas! Proverbios dice que, el temor de Dios es el principio de la sabiduría y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Así pues, la sabiduría comienza por honrar al Señor y conocerlo es tener inteligencia.

Solamente el creador puede crear la sabiduría y en Cristo no solamente nos envió sabiduría, sino que hizo que Cristo se hiciese sabiduría en nosotros. Así, pues, si Cristo es nuestra fuente de sabiduría, en él podemos encontrar la clave para que nuestra vida funcione. Dios nos mostrará los detalles diarios en términos de acciones y relaciones para que nuestra vida se deslice suave y efectivamente.

Para impartir esa tan necesaria sabiduría, Cristo nos ha dado su Santo Espíritu, quien es el agente de toda revelación y quien descubre los tesoros de la sabiduría y el conocimiento que están escondidos en Cristo.

Por supuesto que es menester conocer las promesas de Dios reveladas en su Palabra.

Dedicar tiempo a estudiar la Palabra diariamente es esencial para vivir sabiamente. Nuestra capacidad de aplicar su Palabra con eficacia será proporcional a nuestra disposición interior de esperar el tiempo en que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes con sus promesas.

Tomemos la Palabra y hagámosla parte primordial de nuestra oración. Permitamos que Dios ilumine nuestras mentes con su Espíritu y nos dé la gracia de recibir con reverencia y humildad la revelación de su voluntad, siempre santa, agradable y perfecta.

Y de cara a esas situaciones apremiantes o decisiones difíciles, Santiago afirma que, si alguno tiene falta de sabiduría, la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche y le será dada.

¡Atrevámonos a pedir sabiduría! Salomón, pidió sabiduría y recibió las añadiduras.
Un abrazo cariñoso en Cristo.

Por Valerio Mejía

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