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La rosa y el sapo

María Angélica Cháves. CORTESÍA

Había una vez una linda cascada donde nació una hermosa rosa de varios colores, que al verla la gente quedaba sorprendida al verla. Pero la rosa era muy vanidosa por creerse la más hermosa del lugar; cerca de ahí estaba un pantano donde vivía un gran sapo que desde lejos se hacía notar por su verde color en la piel.

Un día se le acercó un sapo que se cobijó entre su sombra ella le pidió que se retirara porque su presencia empañaba el paisaje de aquel lugar. Además era muy feo y no encajaba en ese lugar.

El sapo rabioso se retiró pero habla peste de aquella flor que se jactaba de su color que la hacía única y llena de esplendor pero que su vanidad y soberbia la oscurecían y la hacían ver como de terror.

Pasaron los días y ningún animal quería pasar por allí, ni abejas, ni mariposas que chupaban su polen de gran sabor; es por eso que la rosa en engreída insultaba a todo el que pasaba por ahí. Era presuntuosa y muy coqueta que no dejaba que nadie estuviera muy cerca; ofendía aquel feo anfibio con burlas y ofensa no sabiendo que algún día le cobraría tan cruel ofensa.

Al llegar la noche cerca al pantano se escuchaban animales pasar como manada asustada pisando a la delicada rosa que al amanecer se le vio sin pétalos, marchita y a punto de morir. Fue así como llegó el buen sapo, con su piel mojada del agua del pantano que refrescó a la delicada flor.

Fue por muchos días que el sapo la cuidó que empezaron a brotar sus pequeños pétalos que mostraban sus lindos colores. La flor agradecida con aquel animal lo dejó posar bajo su sombre todo el día, recibiendo su compañía que le permitía dialogar de las maravillas de la naturaleza que en ricos colores lo manifiesta que no hay feos sino que cada especie tiene su gracia y que vivir en comunidad es su destino por que el sapo es su mejor amigo.

Un día llegó un turista pintor que se sorprendió al ver de como caía ese pétalo de mil colores sobre la piel de ese sapo que se cobijaba del radiante sol y fue así como el pintó el mejor paisaje que haya visto donde la rosa y el sapo fueron protagonista del cuadro de magia y color donde dos amigos demostraron que todos necesitamos del otro y no importa ser sapo o ser flor todos somos hechos de Dios.

El sapo todos los días nadaba en su pantano y en la cascada llevándole agua a su amiga la flor que tenía pétalos de mil colores y juntos disfrutaban de su compañía y que vivían en un lugar maravilloso que del no querían salir.

Y fue así como empezó la gran amistad entre dos seres maravillosos que tienen su cita durante el día y ellos son la rosa y el sapo. Fin.

Por: Maria Angélica Ascanio Chaves – Inst. Educativa Andrés Nicolás Escobar Escobar

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