Así lo creyó Pablo, quien dijo: “Sin resurrección nuestra fe y nuestra prédica están perdidas”. La construcción del cristianismo como religión tenía como fundamento la consustancialidad de Jesús, esto es, ser Dios y hombre a la vez. Esto se discutió y definió en el concilio de Nicea en 325 d.C., convocado por el emperador Constantino, antiguo perseguidor de los cristianos. Por eso, algunos investigadores dicen que el cristianismo es la herencia que Roma le dejó al mundo. A la sazón, existían dos tesis: una que le atribuía la doble naturaleza a Jesús defendida por Atanasio y por Constantino, y otra, la de Arrrio, monje de Alejandría, quien admitía que Jesús era hijo de Dios pero no las dos cosas; perdió el arrianismo; era de vida o muerte demostrar que la resurrección era posible en quien era el hijo de Dios. Aunque en el Antiguo Testamento también ocurren algunas resurrecciones, la de Jesús, hombre y Dios, era fundamental para construir una teoría teologal. Lo raro es que el único texto que habla de la resurrección es la Biblia y con el solo testimonio de María Magdalena quien avisó de que el cuerpo de Jesús no estaba en la tumba.
Este es un hecho trascendental que todos los medios romanos debieron escribir pero desde Filón el Judío (25 a.C.-50 d.C.) hasta Orígenes (185-254 d.C.), pasando por Flavio Josefo (37-101 d.C.), este tema no trascendió. F.J., un palestino naturalizado en Roma, escribió ‘Antigüedades judías’, un texto de 20 tomos y solo en el número 18, en un corto párrafo hizo alusión a Jesús, no a la resurrección, aunque algunos dicen que fue una interpolación hecha por los teóricos de la Iglesia católica, que no guarda relación con el discurso de la obra.
En cambio, le dedicó tres tomos a Herodes; hablar de este sin mencionar la suerte de Jesús es inconcebible, es como referirse a nuestra independencia sin mencionar a Bolívar. Resucitar es un fenómeno atípico pero si alguien lo logra, no hay fe que se resista. Sin embargo, para historiadores, antropólogos, arqueólogos y otros investigadores, el tema no está agotado. En 1980 fueron descubiertos diez osarios, cerca de Jerusalén, la llamada Tumba de Talpiot, con inscripciones en arameo, excepto el de la Magdalena que fue hecho en griego, idioma hablado en algunos puertos del mar de Galilea de donde ella era oriunda. Allí también aparecen nombres como José, María, Jesús, Matías, Judas y otros de la familia, comprobado por el ADN. Este hallazgo fue publicado en 2007 por Discovery Channel.
Era costumbre enterrar en el mismo sitio a los miembros de una misma familia, y si Magdalena estaba allí es porque, quizás, ella hacía parte de ese grupo familiar. Las bodas de Caná no dicen quiénes fueron los contrayentes, los protagonistas de toda boda; fueron tres días de festejo y todo se consume; allí le avisaron a María madre que el vino se había terminado siendo ella una mera invitada; ¿por qué un invitado tendría que atender este asunto? Algunos evangelios proscritos nos dicen que los casados eran Jesús y Magdalena. La carga de la prueba de la resurrección la debe asumir la Iglesia Católica.