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La responsabilidad ecológica de la mujer Parte I

MEDIO AMBIENTE


Por: Hernán Maestre Martínez

Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar.

Hace algunos años, el SOS ecológico de la Universidad del Tolima, en una de sus publicaciones, trató este importante tema, que nos parece relevante retomar por las implicaciones y representación que ha tenido y tiene en la sociedad contemporánea de consumo y derroche, se nos obliga a asumir el doble papel de verdugos y victimas: verdugos cuando contaminamos, victimas cuando nos resignamos a la contaminación.
Es obligatorio estar informados con respecto a la gravedad de la contaminación que producimos y de la que recibimos, para así ajustar nuestro comportamiento consciente y evitar al máximo acciones degradantes para con nuestros semejantes y atrevernos a luchar contra nuestro estilo de vida y contra los responsables del desequilibrio ecológico. Al referirnos a las responsabilidades es también necesario establecer categorías sobre los diferentes grados de agresión al medio ambiente, no es la misma responsabilidad de una empresa transnacional que nos amenaza radioactivamente, que la contaminación evitable de una mina de explotación carbonera y de oro y la que se da con la producción agrícola o la innecesaria contaminación cotidiana que realizamos en los hogares y sitios de trabajos por ignorancia.
Queremos resaltar el papel que desempeña la mujer en la salud de la familia, en el futuro ecológico de los niños, con ella misma y con todos los seres humanos. A cada instante propinamos agresiones a la naturaleza, agresiones generadas por una sociedad de consumo que condiciona al hombre a abusar de lo que se brinda; apropiarse de los frutos y extraerles todo el zumo para después quedarse sin nada. Imprevisión, por el constante olvido de que el futuro es de los niños. Son los comportamientos equivocados los responsables del deterioro de la calidad de vida, y es la mujer la que asume gran parte de esos comportamientos; allí nace su responsabilidad ecológica. Veámos, cómo, a través de su actividad cotidiana, incurre en prácticas equivocadas y peligrosas.
Con los niños: es muy común que llegue a casa cargada de paquetes de chitos, y los chitos al igual que la sopas de sobres y otros “alimentos” deben su sabor salado al monoglutamato sódico, que se mete en el sistema nervioso, alterando su funcionamiento, a partir de la transmisión de estímulos en e! organismo, y como el sistema nervioso es el que regula las funciones del individuo, los ricos chitos o las cómodas sopas de sobre van minando poco a poco las capacidades físicas e intelectuales del niño. Pero también es muy común que a los niños mas pequeños

se les den compotas, que cuando comenzaron a salir al mercado contenían lo que anunciaban. En la actualidad se fabrican con almidón y productos que les den sabor, como los ciclamatos que no sólo endulzan, sino que ocasionan cáncer. Otro producto que se compra y se le suministra a los niños es la salsa de tomate, que debe su color a una sustancia llamada rojo dos cuyos efectos cancerígenos han sido bastante ventilados. El rojo dos también se encuentra en gaseosas y compotas de tonalidades rojas.
Un alimento indispensable para los niños es la leche, a la cual muchas empresas pasteurizadoras le adicionan antibióticos que pueden ir haciendo menos resistente a! niño a muchas enfermedades.
A nosotros de alguna manera diariamente nos llega información amañada acomodada, confusa y kilométrica que no se confronta, pero se asimila. Además, la mujer, al igual que el hombre de nuestra sociedad actual desconoce sus relaciones con el medio; al respecto, es pertinente manifestar que es a la mujer a quien corresponde generalmente poner las primeras piedras en la formación de los nuevos individuos y serán ellas las responsables de que los hombres de mañana tengan conceptos equivocados e ignoren su dependencia y su responsabilidad para con el ambiente.
NOTA BREVE:

Respecto del accidente acaecido en la madrugada del domingo 20 de junio, consideramos necesario desde esta columna hacer algunas reflexiones, en el sentido de que en el pasado, como ahora, se han perdido vidas de jóvenes que lamentablemente hemos podido evitar aplicando algunos correctivos o controles por parte de nosotros como padres. Parece que no hemos aprendido la lección por que no dejamos de concederles a los hijos las pretensiones que a la larga los conduce a disfrutar poco tiempo de sus vidas.

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