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La República de Platón. La Justicia. Libro III

Al final de la penúltima columna, Sócrates expone ante sus interlocutores que ninguna sociedad humana puede perdurar sin un adecuado sistema de justicia. Este planteamiento deja de lado el complejo debate sobre la justicia a nivel individual y sugiere que la cuestión se aborda de manera más efectiva en un contexto social. Las leyes del Estado son, por tanto, los elementos que determinarán si una sociedad es justa o no. Las ideas de Platón pueden reflejar las de Sócrates.

Platón enfatiza la necesidad de reflexionar sobre la composición de las clases sociales, cuyas funciones y objetivos se discutieron en la columna anterior. En este tercer libro, se centra en la educación y formación de la clase de los guardianes, los defensores del orden interno y externo del Estado. Considera que, hasta los 20 años, la enseñanza musical y gimnástica es fundamental para su desarrollo. En este contexto, introduce el tema de la poesía, especialmente la épica homérica, subrayando su inconveniencia en la educación de los guardianes o guerreros.

Platón argumenta que las composiciones poéticas que celebran los placeres excesivos del cuerpo, como comer y beber, son perjudiciales para la formación austera de los guardianes y, por ende, deben ser prohibidas. En cambio, los guardianes deben cultivar el autodominio y desarrollar la virtud de la templanza. En lo que respecta a la música, Platón recomienda solo dos tonalidades: una fuerte, adecuada para situaciones bélicas, y una armónica, para momentos de paz. En cuanto a los instrumentos, sugiere la lira y la cítara, así como la siringa para los pastores.

Platón propone vigilar a los poetas para que ofrezcan modelos literarios apropiados para situaciones de combate y estados de sosiego. Además, sugiere que todas las artes, incluidas la pintura, la arquitectura y la escultura, deben ser supervisadas para erradicar la maldad, la vileza y la deslealtad, asegurando que solo prevalezca lo útil y lo bueno. Si los artistas se niegan a seguir estas directrices, deben ser expulsados de la polis, del Estado. La conversación sobre música debe enfocarse en lo bello, ya que la armonía musical refleja la armonía en el espíritu. Escuchar buena música desde la infancia genera respuestas positivas en el alma; lo contrario, la música inapropiada, puede perturbar la paz y el orden. 

Platón también aborda el amor, sugiriendo un amor recto en contraposición al amor pasional. Es intrigante preguntarse qué podría pensar de la música vallenata, especialmente del vallenato comercial. Conociendo su pensamiento, solo podemos especular, ya que esos fragmentos no han llegado a nosotros.

En cuanto a la enseñanza gimnástica, Platón aboga por una que incluya elementos de rudeza para forjar hombres competentes en el combate, con cuerpos preparados para soportar todas las fatigas. Así como la música forma el alma, la gimnasia forma el cuerpo, y ambas disciplinas tienen el objetivo común de crear hombres justos, buenos productores, guardianes y gobernantes. En este Estado ideal, no serían necesarios tribunales ni hospitales, que solo surgen en sociedades desordenadas.

Platón presenta sus ideas de manera tan ordenada que sus críticos lo han calificado de totalitario y antidemocrático. Sin embargo, lo que realmente busca es el orden y la eficacia, minimizando una libertad emocional que puede conducir a la injusticia y al desorden. La búsqueda de un Estado perfecto implica un profundo compromiso con la justicia y la armonía social. La reflexión sobre estos temas sigue siendo relevante, invitando a un análisis crítico de la relación entre educación, arte y Estado en la actualidad.

Fe de errata: en la columna anterior el periódico se equivocó, pues el padre de Ovidio Barros Nieves es Manuel María Barros Baquero.

Por: Rodrigo López Barros.

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