Por Gustavo Cotes Medina
De acuerdo con el reciente informe del Observatorio del Caribe Colombiano y de la Cámara de Comercio de Cartagena, la Región Caribe sigue presentando un evidente rezago en competitividad frente a las 22 ciudades principales del país. Las ocho variables analizadas revelan lo que todos ya conocemos: ocupamos los últimos lugares del ranking nacional que nos muestran un inquietante estado de estancamiento o de avances mínimos en la competitividad de la región.
La Costa Caribe tiene que hacer mayor énfasis en acciones que permitan mejorar en infraestructura, capital humano, finanzas privadas, ciencia y tecnología. El indicador global de competitividad nos señala con el dedo inquisidor que las ciudades de San Andrés, Montería, Valledupar, Sincelejo y Riohacha ocupan los cinco últimos lugares, con las excepciones de Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Considerando el factor de infraestructura, Cartagena, Sincelejo, Valledupar, Santa Marta, Montería, San Andrés y Riohacha, ocupan los siete últimos lugares y Barranquilla se encuentra en la mitad de la tabla.
Es muy preocupante la situación de Riohacha y Valledupar, que en la práctica no muestran ningún índice favorable de los factores de medición, lo cual pone un signo de alerta y de un llamado de atención a los sectores privados, públicos y a su clase dirigente. El fenómeno de nuestras ciudades es angustiante y no es coyuntural, está claro que obedece a causas estructurales que no se superan en el corto plazo.
Las universidades de la Región Caribe deben estar vinculadas con el sector productivo. Las empresas y las ciudades tienen que estar articuladas para que su capacidad de investigación y desarrollo se oriente siempre a la innovación tecnológica y social para formar mejores productos, procesos y servicios. Hoy, esta relación es débil y la mayoría de las universidades se orientan solo a la docencia, pero se necesita el apoyo decidido del Gobierno para propiciar un cambio urgente en la estrategia productiva y social de la Región Caribe. ¡Estamos en mora para decidir que la innovación debe ser una política nacional!
Todos conocemos que la Región Caribe está muy rezagada en su desarrollo y tiene gran dependencia de las transferencias nacionales. Buscando algunas explicaciones encontramos que en doscientos años de vida republicana solo hemos tenido dos presidentes y un vicepresidente costeños.
El Regenerador Rafael Núñez y el General José María Campo Serrano son nuestros referentes presidenciales y Gustavo Bell Lemus es el vicepresidente para mostrar. En 1970, la egregia figura de Evaristo Sourdís fue una alternativa presidencial, pero las maquinarias de la época hicieron su trabajo. Y en la historia reciente, Gustavo Petro lanzó su nombre para la presidencia, pero su aspiración quedó aplazada.
En la Región Caribe hace más de cien años que estamos hablando y culpando de todos nuestros males al centralismo y a la oligarquía paramuna-paisa, pero ¿qué estamos haciendo para reversar esta situación?, ¿por qué para nosotros es tan difícil conseguir metas más altas? Para los costeños toda aspiración se convierte casi siempre en una utopía, una quimera y una ilusión.
El costeño es creativo, emprendedor y la inteligencia en nuestra región se da silvestre, pero a pesar de tener estas a las poderosas solo hacemos vuelos cortos y nos amilanamos ante los grandes retos. ¡Algo nos pasa porque la Región Caribe tiene fiebre!.
Necesitamos con urgencia voceros autorizados en la búsqueda de un mañana promisorio que hasta el momento se nos muestra esquivo y resbaladizo. Tenemos que vivir libres de excusas, porque el “futuro no es lo que vendrá; el futuro es lo que nosotros haremos que suceda”.
gustavocotesm@hotmail.com