He leído y escuchado a diversos colegas docentes y rectores, muchos están disgustados porque hay que recuperarles el tiempo que dejaron de recibir los estudiantes por el paro del Magisterio.
En el acuerdo logrado entre el MEN y Fecode, se establece que se debe cumplir “el compromiso ético, moral y profesional de los educadores con los padres de familia y los estudiantes, proponiendo actividades académicas dejadas de realizar durante el periodo del paro”. Si se le pone hermenéutica, ¡esto es profundo!
Ahora bien, el “paro del Magisterio” cortó abruptamente el “proceso de desarrollo curricular” del primer semestre escolar que debe tener 20 semanas de clases, esto se traduce en programas incompletos, discontinuidad en el aprendizaje, evaluaciones artificiosas, etc. Es un desajuste académico, que no se recupera haciendo clases esporádicas desde julio hasta noviembre para completar los días no laborados. No se trata de recuperar un día no laborado con otro día laborado en cualquier época del resto del año.
A lo anterior se le suman las horas de clases que diariamente se esfuman en los establecimientos educativos, ya sea por ausencia de docentes con excusas y sin ellas, reuniones de todas las clases que se hacen en el interior de los establecimientos donde los estudiantes quedan a merced de su compostura, también por la falta de docentes en las diferentes áreas y además, las reuniones a las que convocan las directivas sindicales donde cortan las jornadas académicas de tajo; el déficit de horas académicas que dejan de recibir anualmente los estudiantes es alto.
Pero el cuento no acaba aquí, porque por fin en Valledupar la Secretaría de Educación Municipal, después del templón de orejas del MEN, entendió que no se venían cumpliendo las intensidades horarias mínimas semanales, lo que generaba otra disminución de 100 horas anuales de clases por jornada y grupo escolar. Por eso, a los establecimientos educativos les tocó hacer el ajuste, pero ya viene una pérdida irreparable de tiempos escolares desde hace años. Luego entonces, los bajos resultados que arrojan los estudiantes oficiales del departamento del Cesar y de Valledupar en las diferentes pruebas, Saber 3°,5°.9° y 11° no son fortuitos ni los estudiantes son los únicos responsables.
Ningún docente debe desconocer la importancia de la “continuidad en el proceso desarrollo curricular”. Lo acertado y correcto es cerrar el primer semestre escolar del 2015 nivelado, de tal manera que en el segundo semestre todo transcurra normalizado, hasta completar los 200 días de clases y las 800, 1.000 y 1.200 horas mínimas a que tienen derecho los estudiantes colombianos. Algo similar hacen las universidades cuando entran en paro, extienden el calendario para poder finalizar un semestre.
PD: Aducesar y la Secretaría de Educación de Valledupar esta vez hicieron lo correcto. Para el departamento del Cesar queda la duda si la educación queda a salvo o en el suelo, en cuanto al cumplimiento de las intensidades horarias mínimas anuales.