El sistema Hegeliano identifica la trascendencia con la historia universal, y subordina la fe a la razón. Además considera que la persona humana es sólo un momento del desarrollo dialéctico del espíritu absoluto.
Las reacciones críticas a tal apreciación no se hicieron esperar tras la muerte de Hegel, aunque es cierto también que algunos de sus críticos compartían con él una actitud anti-trascendente, en sentido cristiano. Así por ejemplo, Feuerbach y Marx, transformaron el idealismo en un materialismo cerrado a toda apertura suprahumana.
Digamos, si a Kant y Hegel los podemos considerar como unos revolucionarios de la filosofía tradicional, después de ellos viene un período de calma con el filósofo Soren Kierkegaard, nacido en Copenhagen en 1813 y muerto allí mismo en 1855. Este busca recuperar la instancia trascendente, la superioridad de la fe sobre la razón, y el carácter único e irrepetible de la persona humana. Ejercerá una gran influencia en las distintas corrientes del pensamiento contemporáneo.
Escribe, entre otras obras, su voluminoso ‘Diario’ y un ‘Escrito Breve’, obra póstuma, ‘Mi Punto de Vista de mi Actividad de Escritor’. Este libro es una especie de declaración pública de por lo menos parte de su mundo interior, en la que, entre otros aspectos, revela su relación personal con Dios.
Se define como un “Escritor Religioso”. Afirma que la totalidad de su trabajo es relacionado con el problema de “Llegar a ser Cristiano”.
Polemiza ante el tema que trata de identificar la cristiandad como ser cristiano. Con lo cual no está de acuerdo. Considera que la cristiandad es sólo una forma social, reducida solamente en pertenecer a una comunidad eclesial. Como protestante, pone como ejemplo la iglesia luterana de Dinamarca, la que según él, no representa más que el “Orden establecido”.
Considera que es una pertenencia que no implica un modo determinado de vida. Dice: uno es cristiano porque ha sido bautizado cuando era niño, porque va a la iglesia el domingo, escucha el sermón del pastor y canta himnos. Pero aquello que el cristiano escucha el domingo no influye en su vida del lunes siguiente. Afirma: de esa manera la cristiandad es una ilusión.
Por tanto, la tarea que él se propone, que además interpreta como un encargo divino, es desvelar esa ilusión y ese engaño de la cristiandad, y presentar el verdadero cristianismo, que no es una doctrina para ser expuesta sino para ser vivida. Ojo: Podría haber dicho lo mismo, con acierto, de la catolicidad.
Según él, la categoría individuo, tiene una gran significación dialéctica, ya que se encontraba en un ambiente intelectual cargado de idealismo. El sistema, como solía decir, al referirse a la construcción filosófica hegeliana, anula al individuo, porque éste es concebido como un momento del infinito, como simple modo del absoluto.
Recordemos aquí una columna anterior mía al respecto: los momentos del capullo, la flor y el fruto, cuyo devenir dialéctico Hegel llama el absoluto. Absoluto que él identifica con el mundo y la historia universal, particularmente con el Estado, de aquí la notoria relación simpática que se le achaca a Hegel con el Estado alemán nazi. Y remata Kierkegaard: “toda la confusión de los tiempos modernos consiste en haber olvidado la diferencia absoluta, la diferencia cualitativa entre Dios y el mundo.
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