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La Purrututú, un pueblito en el corazón de Valledupar

El emblemático callejón de ‘La Purrututu’, localizado entre carreras sexta y séptima y calles 13 y 14 en el barrio Cañahuate, está caracterizado como un pueblito porque sus calles, aunque no son polvorientas, sí están empedradas, con adoquines y su entorno se asemeja a un pequeño pueblo. Algunos de sus patios permanecen encerrados, con cercas de tablas y sostenidas con hilos de alambre púa, y unas cuantas casas conservan su estilo original.

La tradición

Con algunas casas de bahareque, este privilegiado sector hace parte del viejo Valledupar, donde aún se mantienen vivas las viejas costumbres y tradiciones de los abuelos, sus habitantes con muchos años de residir allí, conservan la solidaridad y ofrecen la ayuda a quienes así la requieran sin distingo de raza, color, ni religión, porque para ellos, lo más importante es la convivencia ciudadana.

Historia del nombre

La Purrututú, cuyo nombre se deriva de un sobrenombre que jóvenes de la época, hace ochenta años, le pusieron a una de las abuelas que vivió en ese sector, porque no los dejaba que ingresaran al patio de su casa a robarse las ciruelas, los mangos, mamones, y otras frutas que tenía en producción.

‘Purrututú, tú que te comiste un plato de pu’, le gritaban a manera de burla Chorro Balín, Nano la Cruz y Juanchito el Orejón, y otros personajes de este barrio del viejo Valledupar, al ver frustradas sus esperanzas de comerse las frutas del patio ajeno.

Aunque los residentes actuales no se acuerdan el nombre de esa señora a quien podaron ‘La Purrututu’, recordaron que era una mujer de esas empecinadas a no dejar pasar a nadie hacia el patio y espantaba a quienes se acercaban a su casa con alguna pretensión, o que le quisieran hacer alguna travesura.

Este pequeño sector, que está rodeado de otras viejas y modernas casas del barrio Cañaguate, hace parte del Patrimonio Cultural de Colombia, según lo declaró el Ministerio de la Cultura, ha sido escenario de muchas grabaciones de telenovelas, como Escalona y Rafael Orozco ‘El ‘Ídolo’ al igual que filmaciones de turistas extranjeros y nacionales, quienes al llagar a Valledupar, quieren llevarse un gran recuerdo de una especie de pueblito insertado en el corazón de Valledupar.

Delincuencia

No ha sido muy fácil para las cincuenta familias que habitan este callejón porque delincuentes que provienen de otras partes de la ciudad, tienen como centro de operaciones este sector.

Los más afectados por los desadaptados que frecuentan la ‘Purrututú’ son los universitarios pensionados, por cuanto es el paso obligado para llegar a su lugar de estudios superiores, localizado a una cuadra del mismo sector.

Según los moradores, debieron contratar los servicios de vigilancia privada en horas de la noche, ante la proliferación de vándalos y de depravados sexuales que aprovechan la oscuridad reinante ante la falta de algunas luminarias, para cometer toda clase de fechoría, bajo la mirada atónita de sus habitantes, quienes solo se limitan a alertar a las autoridades locales, para que ejerzan el control en ese importante sector colonial de la ciudad.

Clamor

Hoy sus habitantes claman por una mayor presencia de las autoridades gubernamentales, para el arreglo de sus calles, donde los adoquines han perdido su estética por el peso de los vehículos que a diario pasan por ese sector de la capital del Cesar, lugar que está prohibido la circulación de automotores.

Recientemente, una de las dos casas de palma, se incendió en su totalidad, por la acción de un corto que se habría formado en un poste del alumbrado público que se encuentra al frente y la empresa prestadora del servicio, no respondió por nada de las pérdidas millonarias, ni la Alcaldía tampoco se pronunció al respecto.

La misma comunidad del sector, se solidarizó realizando una Radiotón, con la cual recaudaron fondos que le permitieron a su dueña, Bety Oñate Corzo a restaurar su casita de bahareque y comprar las máquinas de coser, para su pequeña micro-empresa de modistería. La segunda casa de palma, su propietaria es Mercedes Vega, a quienes le han propuesto comprarlas, pero para ellas, no tiene valor comercial, sino cultural. 

Puntos de vista

Bety Oñate Corzo, dueña. Llevo más de treinta años de estar viviendo aquí, y para mi es satisfactorio que este lugar se llene de turistas, de visitantes y se lleven una buena impresión de este pedacito de tierra de Valledupar, que pareciera que no de esta capital.

Nolvis Rojas Romero, residente. Aquí nosotros vivimos felices y encantada de la vida; este es un pueblito a parte de la ciudad, porque todavía conservamos y heredamos las tradiciones que dejaron nuestros los abuelos y antepasados. Le agradecemos al señor alcalde, que nos mire con buenos ojos, porque él nació en el barrio Cañaguate, del cual hace parte el callejón.

 

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