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La Profecía

“…Siempre recuerdo la Nevada, refrescando su bello ambiente y ahora veo la tierra quemada (Bis) por nubes de arena caliente…” Fragmento del Paseo Vallenato, La Profecía, de la autoría de Julio cesar Oñate Martínez. Que tristeza e ironía, que hoy inicio este articulo con una diciente estrofa de una canto vallenato, no como abrebocas en el mes de nuestra magna fiesta: El Festival Vallenato, sino como antesala al gran desastre ambiental y ecológico que se nos avecina, pues ya es noticia mundial que según estudios serios, los picos nevados de nuestra majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta, están condenados a desaparecer aproximadamente para el año 2050.

Algo que se venia venir y que estaba ocurriendo ante nuestros ojos, hace unos 20 años y desde ciertos puntos estratégicos de Valledupar, podíamos divisar y ser testigos mudos del esplendoroso paisaje que nos brindaba la vista colosal de las nieves de la cima de la sierra, lastimosamente hoy día avistamos escasos puntos grises de lo que otrora era una inmensa nevada. Todos somos responsables de esta debacle, de este cataclismo, el uso irracional de productos dañinos a la capa de ozono, la depredación a la que hemos sometido a la flora, uso de pesticidas, nuestro derroche y mal uso del agua, nos demuestran que todos hemos aportado nuestro “granito de arena” para que esta catástrofe ocurra, hemos llegado al punto de no retorno, hemos sido victimas de nuestro propio invento, principalmente nuestra clase dirigente, quienes teniendo al alcance de sus manos la autoridad y capacidad de tomar cartas en el asunto, ejercer medidas preventivas e incluso represivas para evitar el inmenso daño que se le hace a la tierra, hacen precisamente todo lo contrario, pues hasta licencia le dan a las grandes firmas constructoras y principalmente a las explotadoras de minerales e hidrocarburos para que exploten y hagan todo los estragos que hacen, desatando conscientemente esta hecatombe.

Miles de hectáreas arrasadas por talas e incendios forestales, destrucción por doquier de nuestro medio ambiente, son el pan nuestro de cada día, pero en nuestra conciencia y en nuestras manos tenemos ahora la enorme responsabilidad de defender con nuestras vidas, si es necesario y si aun es posible, la preservación de este regalo de Dios que es nuestra maravillosa Sierra Nevada, hogar de nuestros hermanos mayores, que son las cuatro etnias indígenas que allí ancestralmente habitan, Koguis, Wiwas, Arhuacos y Kankuamos, quienes fueron los primeros en advertir la tragedia que se avecinaba. No podemos ni debemos quedarnos con los brazos cruzados, aun podemos hacer algo, actos sencillos como: reducir el tiempo de nuestra ducha, cerrar las llaves mientras nos cepillamos los dientes o mientras nos echamos champú, no lavar los vehículos con manguera, sino usar un balde, en fin, economizar agua, pero sobre todo, tomar conciencia, comenzando con un campaña a nivel personal, que se extienda dentro de nuestra propia casa, luego a la del vecino y así sucesivamente, creando una cadena por el bien de todos y evitando así, que la fatal profecía se cumpla.

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