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La primera sonrisa que vi en una mujer. Ese fue mi primer sueño…

TRES CUENTOS

Por: Leonardo José Maya

La obra

Plinio el pintor sonámbulo soñó un día que era el mejor artista del mundo. Se sintió inspirado, agarró sus pinceles y se dispuso a crear su mejor obra.

Con trazos perfectos delineó un rostro femenino de tamaño natural, cabello sedoso reluciente, cejas delgadas recién depiladas, le puso ojos adormecidos y labios serenos como si estuviera enamorada.

Le perfiló bustos pródigos y magníficos, se detuvo en el escote de ensueño para alojar una cadena de plata prendida a un corazón perturbado. Delineó caderas y piernas perfectas. La cubrió con un vestido azul vaporoso estampado con jazmines perfumados  y le puso tacones elegantes.

Al final la iluminó con una sonrisa bellísima de edad indefinida. La analizó entonces y la creyó buena, dulce y tierna pero le notó un defecto adverso en el corazón. ¡Era profundamente sentimental!

Pensó en un beso furtivo pero prefirió no lastimarla, entonces observó su mejor obra  y tuvo tiempo de acomodarle sus aretes de plata antes de acostarse de nuevo.

Cuando se despertó ahí estaba su cuadro perfecto mirándolo  con ojos incrédulos de bailarina sorprendida. Plinio ahora está confundido.

No sabe si pintó una mujer o uno de sus sueños.

De poetas

Luciano el poeta escribió unos versos hermosos dedicados a un amor imposible, el malvado rey del imperio creyó rastrear en ellos la imagen de su hija. Sin más pruebas lo hizo encarcelar  en una fosa oscura de paredes empedradas. Allí sufrió las peores penas de amor imaginables, cuentan que hasta la luna se entristecía por su suplicio, sus lamentos se escuchaban en todo el territorio y pedía a gritos la muerte.

Una noche aparecieron todos los enamorados de imposibles del mundo decididos a liberarlo y compartir su pena, hubo combates sangrientos y el noble poeta murió con una daga en el corazón.

Desde entonces todos los que padecen amores imposibles tienen sangre de poeta, callan sus lamentos y viven con una daga en el corazón.

Sueños

Cuando la vi a lo lejos me enamoré perdidamente sin que ella lo supiera. Después me amó con locura, yo respondí sin reservas.

Entonces creí que nunca me olvidaría. Ella me lo confirmó despacio

  • Ni en sueños te olvidaré, me dijo.

Estoy seguro que no lo hará, lo vi en sus ojos negros inmensos.

Después un rugir del cielo me despertó alejándola de mí.

Dicen que los sueños suelen contarnos mentiras pero en mis recuerdos será una verdad por siempre. Ella no me olvidará, lo sé bien, los ojos de una mujer enamorada nunca mienten. Ni en sueños.

ljmaya93@hotmail.com

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