BITÁCORA
Por: Oscar Ariza Daza
El Cesar desde sus orígenes ha estado ligado a dos líneas políticas que a partir de sus oposiciones han generado una dinámica de progreso: los partidos Liberal y Conservador. Éstos han construido espacios sociales estructurados, conformados por puestos jerarquizados y reglas de juego propias donde las personas que la conforman se relacionan de manera permanente y eficiente, lo que en términos sociológicos se denomina Campo, entendiéndose éste como un espacio en el que todas las fuerzas que se mueven en su interior, lo hacen por cuestiones de poder y de capital acumulado.
La idea de ubicarse en el centro del poder político es lo que define esta relación de lucha en la que han entrado fuerzas que desde la marginalidad, han ido creciendo y con ello ocupando posiciones privilegiadas dentro del campo político, a medida que superan las reglas de juego de quienes ostentaban dicho centro del poder, para empezar a definir sus propias directrices, verbigracia, algunos candidatos a la gobernación y alcaldía que en sus inicios se nutrieron de un partido y hoy buscan en otros espacios la forma de tejer su propia identidad.
Mientras el partido liberal reorganiza sus fuerzas, que le permitan mantener la alcaldía, desde el proceso de consulta ha dejado ver enormes fracturas en su estructura interna, que están siendo aprovechadas por otros, para fortalecer sus candidaturas. El partido liberal, pese a su aparente apertura, se ha negado a permitir que jóvenes como Wisam Faraj puedan representar el relevo generacional. En el caso de la gobernación es poco lo que ha podido y podrá escalar, pues por tradición todas sus fuerzas han estado enfocadas en la consecución del cargo a la alcaldía
El partido conservador también le apuesta a alcaldía, pero es en su aspiración a la gobernación donde muestra mayor peso, con sendos aspirantes que apelan a la consulta interna para demostrar que han recuperado el terreno perdido en otros años, lo que los ubica en una posición privilegiada para aspirar al máximo cargo del departamento. Hoy Rubén Darío Carrillo empieza a encarnar los deseos de la colectividad por llegar al poder; por eso ha empezado a recibir importantes adhesiones a su postulación, que deberá definirse mediante consulta.
El partido de la U, a pesar de su fuerza institucional a nivel nacional, en el plano regional ha mostrado múltiples fracturas en su interior que aún no dan señal de unidad que los lleve a conquistar la gobernación pese a tener buenos candidatos.
Frente a los intereses individuales de quienes lo conforman, la U necesitará de la estructura nacional para poner orden en sus filas y lograr consolidar uno de sus mayores propósitos: la alcaldía de Valledupar, pues con Freddy Socarrás tienen una fuerte carta para demostrar que las oportunidades que el partido liberal ha desaprovechado para transformar la ciudad, deben ser castigadas con severidad en el plano electoral dándole la oportunidad a otros candidatos, si los liberales no hacen reingeniería.
Cambio Radical ha mostrado una apertura al relevo generacional en su candidato a la alcaldía, Augusto Ramírez Uhía, quien ha ido sorprendentemente en ascenso y hoy goza de gran receptividad en la ciudad a pesar de que muchos de los caciques políticos lo descalifican por su juventud. Su candidatura desde ya se constituye en un triunfo de los jóvenes que piden pistas para despegar y proponer un verdadero cambio, en las costumbres políticas.
Juan Bernardo Ariza constituye una opción fresca seria y transparente a la gobernación que en cualquier momento podría tomar fuerza, pues representa todos aquellos electores que desconfían de la política tradicional, a aquellos que se ubican en otra franja distinta a la del bipartidismo.
Así las cosas, los partidos deberán establecer nuevas estrategias que los obliguen a pensar como colectividad para asegurar el triunfo en las elecciones, pues el político moderno está llamado a construir su proyecto a partir de valores colectivos, en los cuales sus aspiraciones no pueden constituir individualidad alguna. Este destino da un contenido a los acontecimientos y convierte a cada partido en portador de una conciencia colectiva que lo mantiene atado a la comunidad que debe mantener, escogiendo como candidato a alguien que represente los valores del partido, pero sobre todo que tenga el carisma, preparación y transparencia necesarios.
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