Habiendo transcurrido gran parte de la actual campaña electoral, he tenido algún tiempo para sentarme a pensar sobre todo lo que se mueve en torno a la fiesta democrática, siempre he estado convencido del gran peso que tienen las emociones en las decisiones electorales que toma la población de todos los territorios, desde los rurales hasta los más desarrollados, me parece entonces que la psique del ser humano es igual de básica en todos los individuos.
Empecemos pues a desarrollar el título de este artículo, el diccionario de la Real Academia Española – RAE, define el término visceral como una reacción emocional: muy intensa, a lo cual agrega también que este término se refiere a las vísceras, es decir las entrañas mismas del ser humano.
Con la definición anterior pasamos a analizar el panorama político local del Cesar, del cual podemos decir que se ajusta perfectamente a la definición de una política visceral, en la cual imperan las pasiones por figuras humanas, banderas y colores, situación que no es distante de la realidad a nivel país, todo este escenario que vivimos cada cuatro años para elegir a nuestros representantes en las distintas corporaciones e incluso a nuestro máximo representante, el Presidente de la República, me motivaron a reflexionar.
Viendo el panorama actual, he podido darme cuenta que, en todos los aspectos de la vida y sobretodo en la política, el dominio de las emociones sobre la razón le está haciendo mucho daño a la sociedad, esto pues en muchos casos nos estamos alejando del debate de las ideas, de la política sana por depositar nuestra fe, y nuestra confianza en políticos que nos llaman la atención por la marca que han creado, por su forma de hablar o incluso he visto a muchos depositar su voto por alguien a quien consideran atractivo físicamente, y peor aún hay quienes de manera personal, no política o ideológica mostraban rechazo e incluso odio hacia un candidato y hoy posan de grandes defensores del mismo, todo esto está evitando que muchos no se detengan a analizar si en verdad esa persona representa sus convicciones, sus ideales o tiene los mejores oficios para con nuestro territorio.
Aún peor que lo anterior, nos hemos convertido en seres egoístas e incapaces de aceptar que el otro tenga pensamientos o ideas diferentes a las nuestras, o que simpatice con el político que a nosotros no nos agrada, nos hemos dedicado a hacer ver como seres detestables a aquellos con ideas de izquierda o de derecha según sea nuestra posición, parece que olvidamos que el disenso, los diferentes ideales y demás corrientes del pensamiento son sino la base, los pilares que sostienen una democracia participativa e incluyente.
Concluyo este artículo invitando a todos los que tuvieron la amabilidad de acompañarme con su lectura hasta este punto a reflexionar, a tomarse un momento de analizar su posición frente a los siguientes comicios electorales, debemos aprender a apartar las emociones y darle paso a la razón, y por último pero no menos importante los invito a ejercer su derecho (que es más un deber) al voto, recuerden que hace ya mucho tiempo el gran pensador Platón refirió la siguiente frase: “El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”.
Por Alfonso Horta Rojas