En encuestas a los empresarios no les va bien y se han sumado ante el ciudadano al desprestigio de las instituciones y, en general, de los gobiernos. Antes no era distinto y no debe ser así.
Dice la exministra Clara López (La Silla Vacía, julio/20) “…en lo que coinciden muchos es que a esta mala imagen han contribuido con gran éxito los gremios que los agrupan, y sus presidentes que asumieron posiciones que no les corresponden porque se les olvidó un hecho elemental: lo público es lo público y lo privado es lo privado. Lo primero se refiere a lo colectivo, a lo que tiene que ver con el bienestar de todos y lo privado es lo individual y responde a los intereses de unos pocos”.
Cuando Gustavo Pettro absurdamente planteó una rebelión civil, lo cual en un ambiente polarizado y de protestas en la calle, contribuye a tensionarlo y a generar violencia, salieron los gremios, y no los partidos, los llamados a reaccionar, a censurarlo.
No vemos bien que sean los gremios empresariales los que de primero objeten la protesta legítima, colorida, y organizada de los indígenas en su minga, cuando sus peticiones las autocalifican de políticas (territorios, paz, política indígena y ambiental) y no de reclamo de inversiones sociales.
El empresario ha pretendido alejarse de la política pero Nicanor Restrepo, padre del poderoso Sindicato, lo relativizó y mostró su influencia en la adopción de la política pública y el compromiso paisa con la paz en su libro ‘Empresariado antioqueño y sociedad 1940-2004’. U. de Antioquia julio 2011.
Gabriel Silva en El Tiempo ‘Los Empresarios y la política’ manifiesta que “no tienen opción distinta que aceptar y asumir que son actores ineludibles de la política (…)
Entienden que la vigencia del “Estado de derecho” es lo que les conviene, por cuanto permite tramitar los conflictos y la lucha de clase de manera ordenada y a las buenas. No han sido pocas las ocasiones en nuestra historia en las que al sector privado le ha correspondido liderar la defensa de la democracia.
Los empresarios hoy enfrentan una de esas coyunturas en que su actitud determinará de manera profunda la suerte futura del país. Las elecciones del 2022 son decisivas.
(…) se corre el riesgo de que la dirigencia empresarial se equivoque, de manera grave, en materia política. El miedo a un contexto tan desafiante se acrecienta por la retórica irresponsable de la extrema derecha, que está sembrando pánico de manera deliberada para su propio beneficio. El coco del castrochavismo viene haciendo carrera en el imaginario empresarial (…)
No contribuyen los dirigentes gremiales cuando respaldan la tesis de que la oposición es ilegítima porque no es aquiescente con el poder. La existencia de una oposición fuerte con ideas reformistas y progresistas, que se acoge a las reglas del juego político democrático, contra lo que creen algunos, es altamente funcional a los intereses de largo plazo del sector privado”.
Es decir, el hombre de empresa, pequeña o grande, urbana o rural, preserva su interés en su propiedad y la libre empresa al propugnar por la democracia y el estado de derecho que la consagran.