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La poeta Clemencia Tariffa

Clemencia Tariffa nació en Codazzi el 22 de octubre de1959; pero cuando apenas despuntaba en el maravilloso encuentro con la sonoridad del abecedario, su madre la llevó a vivir a Santa Marta. En esa bella ciudad, su corazón juvenil comienza a sentir el rumor azul del viento en los riscos de las olas y la risa coqueta de la noche en la luz de las ventanas. Se vincula al colectivo ‘Los poetas al exilio’, fundado por el escritor Hernán Vargascarreño, y se deja encantar por la magia de la poesía.

En 1987 publica su primer libro, ‘Ojo de la noche’. En 1994 obtuvo el Premio Latinoamericano de Poesía Koeyú (Caracas) y el Premio del Instituto de Cultura y Turismo del Cesar. En el 2006 publica el libro ‘Cuartel’, una coedición de Exilio/Mesosaurus. En esta obra aparece un comentario de la recordada poeta y fundadora de la Casa de Poesía Silva, en Bogotá, María Mercedes Carranza: “Clemencia Tariffa es una poeta que delira por lo que vale la pena delirar, por el afán de frenesí, por el ansia de asombro, por la necesidad de revelarse tal como es, sin renuncias ni fingimientos. Yo deseo, hoy, con estas escasas pero comprometidas palabras, saludar a la poeta y a sus poemas. Saludar a quien intuyo, reconoce, ante los disparates adversos que le presenta la vida, que el artista nació ante todo para comprender y no para ser comprendido. Y me uno a este acto de desagravio y afecto con la convicción de quien también ha experimentado las dificultades que conlleva, en nuestro país, vivir y escribir. Poeta, un día todos los soles habrán de ser iguales tanto en las cartas como en las fábulas”.
El codacense Donaldo Mendoza, profesor de literatura y estudioso de su obra, escribe: “En Clemencia hay un hilo conductor, un leitmotiv, que une con filamentos sutiles su poética: el erotismo. Erotismo que nada tiene que ver con la idea explícita de sexo, sino con un pensamiento reflexivo, como justificación del vivir y hallarle sentido a la vida. Por ejemplo, en el poema ‘¡Que viva la infidelidad!’, el objeto del deseo no es un hombre sino una desencantada luna: Murmuras sarcástica/ que jamás te pude ser fiel/ Pero tú lo sabes, lunita. Yo nunca poseí esa virtud. En otro poema: No te volveré a imaginar/ y me colgaré otra flor/ en el monte de Venus”.

En 1988 empecé a leer los poemas de Clemencia, y tres años después nos conocimos en un evento literario en Santa Marta. A manera de síntesis: su obra es un burbujeo estético de símbolos y erotismo con aroma de selva, de mar, de ventanas y de lunas, que recorre la geometría sensual de la piel con los sonoros silencios de las palabras.

El 24 de septiembre de 2009, en la ciudad de Santa Marta, su cuerpo dormido viajó al exilio sideral de los poetas. En homenaje a su legado, en Codazzi, la Fundación Árboles Azules, que dirige el escritor Nidio Quiroz instituye el ‘Festival Internacional de Poesía y Encuentro Nacional de Declamadores Clemencia Tariffa’, que se viene realizando desde 2018.

Por José Atuesta Mindiola

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