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La plaza de San Diego tiene nombre de poeta

Esta palabra, Valledupar, la trajo un ángel, que tomó el barro y regresó a la noche; la dejó escondida en la epopeya remota de la tierra. El astro la iluminó en algún refugio y el dios tribal la encontró en el bosque para fundar la liturgia de la tribu. Este fragmento es del poema ‘Valledupar’ de José Antonio Murgas, donde revela su talente poético con entonación y fuerza imaginante del espíritu.

Este perfil humanístico y literario lo celebramos sus contertulios amantes de las letras y las metáforas, y por eso estamos regocijados por el homenaje del gobernador Franco Ovalle Angarita y la alcaldesa Elvia Milena Sanjuan Dávila, de designar la Plaza Principal de San Diego con el nombre de ‘José Antonio Murgas’. Bien lo afirma, uno de paisanos y escritor Pedro Olivella Solano: La plaza de San Diego tiene nombre de poeta.

Jose Antonio Murgas desde su infancia es un soñador del paisaje y atisba en el preludio de la primavera la raigambre de la lluvia. Los caminos mestizos de llanuras y sol radiante tropical, entrelazan en su memoria: el eco tribal de los indomables Tupes y la voz apacible, soñadora y vegetal de sus paisanos sandieganos.

Se hace bachiller en el Liceo Celedón de Santa Marta y en la Universidad Nacional de Bogotá, abogado. Su larga permanencia en Bogotá le permite asistir a tertulias con los escritores Eduardo Carranza y Aurelio Arturo, quienes con Pablo Neruda constituyen el enclave inicial de su creación poética. Es un incansable incitador a la epifanía de la palabra; somos testigos de su asistencia permanente a los eventos literarios y de su labor motivante por el ejercicio de la escritura. De esto, también dan testimonios los integrantes de aquel afamado grupo literario ‘Vargas Vila’, de San Diego, integrado por Pedro Olivella, Jahel Peralta, Alberto Murgas, Jairo Erney Arzuaga y Ulises Ospina.

El poeta José Antonio Murgas, inmensurable soñador y creador, en sus 88 años se ha poblado de imágenes provincianas y universales, de pájaros pincelando el viento con los colores de su canto, de nubes colgadas de las ventanas de la lluvia, de las montañas melificadas en la fértil estación de las semillas, de las calles de la ciudad abrazadas a la solitaria compañía de la nostalgia, de los monumentos que guardan las gestas de las tradiciones, de los amores que con conquistan la pasión de su alma.

Este fragmento del poema “Señora Uva”: Señora Uva, cuando la forma frutal de tu presencia ya devela los gajos/ y el agua que te baña ha recorrido mis manos/ se oye un galope de selva, de juego trepidando/ y la plenitud de los árboles/ al paso de la brisa fecundando los ramos.

Por José Atuesta Mindiola

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