Este sábado los fieles católicos asistieron, como todos los años, a la misa mayor en la Catedral de Valledupar y luego a la procesión en conmemoración del día la Virgen del Rosario. La asistencia fue masiva, se reunieron a propios y visitantes por ser la fecha que dio origen a la celebración del Festival de la Leyenda Vallenata.
Durante la procesión, un grupo que representó a los indígenas del Valle del Cacique Upar danzaron por las calles y al mismo tiempo le abrían paso a la imagen de la Virgen; detrás iba el sacerdote, dirigiendo un rosario durante el camino y detrás de él varios hombres cargaban la figura religiosa.
Wilva Willoughby Montero es una vallenata que lleva toda su vida asistiendo a la procesión por agradecimiento a un milagro que, según ella, la realizó la Virgen del Rosario. “Cuando tenía cinco meses de nacida estuve muy enferma y casi me muero; mi mamá que es muy devota, le pidió a la Virgen del Rosario que me cuidara y ella le hizo el milagro, por eso desde hace 47 años nos vestimos de indígenas y bailamos en la procesión”, confesó la mujer.
Oveida Cujia también asiste a la procesión desde que era niña junto a su madre, hoy lo hace en compañía de su hija que desde hace tres años viene vestida como indígena por el milagro que le pidió a la Virgen. “Mi hija sufría de convulsiones y le pedí con mucha devoción a la Virgen del Rosario para que sanara a mi hija y lo hizo, desde hace tres años la visto como indígenas y asistimos a la misa y procesión”, contó la creyente.
La tradición de este día se remonta a una contienda entre indígenas Tupes y los españoles, en la que la Virgen del Rosario rescató milagrosamente a los conquistadores de morir en dos ocasiones. La primera vez, bajo el fuego que desataron los indígenas en la población y la segunda, cuando una laguna de la que se abastecían de agua había sido envenenada.
Según refiere la leyenda, en el momento de la tropelía surge de entre el humo y las llamas la figura deslumbrante y de tierno mirar de una hermosa mujer, que recoge en su manto las flechas encendidas de los indígenas, evitando de ese modo la destrucción del templo y mayores proporciones de la mortandad.
Ante el prodigio de esta aparición, los indígenas huyen despavoridos buscando refugiarse en sus dominios; pero no es fácil ni tranquila su fuga porque el europeo ha reaccionado violento, iniciando una persecución de exterminio bajo el mando del capitán Antonio Suárez De Flórez, manco y valiente conductor de la Guardia Española.
Mientras los indígenas libraban la batalla de a pie, los españoles la emprendieron contra ellos debidamente montados a caballo. Esto permitió que remontando las sabanas de Sicarare, llamadas posteriormente “Del Milagro”, les dieran alcance en la laguna del mismo nombre.
Como los indígenas sabían que de llegar los soldados a este punto estarían agotados y vencidos por la sed, procedieron a envenenar las aguas de la laguna con barbasco, el cual les produciría una intoxicación inmediata y la pérdida de todas sus fuerzas. En esas condiciones, fácil le sería al nativo dar muerte y vencer a sus seguidores.
Pero, ¡He aquí lo inesperado! Nuevamente aparece la figura hermosa de la mujer que surgió en el Templo, que ya los indios conocían, y con un báculo en su mano, uno por uno, iba tocando a los envenenados y uno por uno volvían a la vida. Se había operado el gran milagro.Tomado del Libro La Historia de la Leyenda Vallenata, de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.
Por Sara Maestre DiazGranados