El Fondo Monetario Internacional -FMI- destacó que la economía de Latinoamérica se estancó durante el año 2019, advirtiendo una agudización de los riesgos regionales y estimando en su informe, que el escenario actual, plantea nuevos retos y urgencia de reactivación.
Para esa reactivación prevén los expertos, que lo fundamental se centra en la planificación de los proyectos y la acertada inversión, guardando especial cuidado en la priorización de las actividades tendientes a la consecución de empleo, pues la desocupación alcanzó el 10.5%, índice altamente crítico.
En este contexto, la planificación urbana, según Clovis Ultramari en su obra “ EL fin de las Utopías Urbanas” la define como “la acción de planear, que especifica, si el territorio necesita un plan, cómo debe ser su futuro, el método a seguir, las prioridades a adoptar, los espacios a ocupar y a proteger y los instrumentos a utilizar, sin que todo esto resulte ser suficiente”.
Pero así como están las cosas, nunca resultará suficiente tener un buen plan, para acometer obras generadoras de empleo sostenible, mientras los mandatarios no se concienticen que la planificación no es solo un requisito para inventarse obras en los planes de desarrollo de alcance solo de cuatro años, evitando siempre desarrollos progresivos por etapas hacia el futuro.
Pensar y acometer proyectos sin justificación, es el común denominador de los dirigentes de los municipios atrasados, estancados por la improductividad, con una comunidad conformista y aduladora del poder, responsable también en cierta medida de las deplorables estructuras físicas urbanísticas, por no invertir en planificación, a corto, mediano y largo plazo.
También se hace cada vez más difícil combatir el estado decadente de nuestra estructura social, producto del afán de obtener beneficios particulares de manera indebida, hecho generador del subdesarrollo de los municipios de la costa atlántica, por no recurrir estas Administraciones a la inversión en la planeación, aun conociéndose de antemano que la dinámica de la economía municipal depende en gran parte de la acertada aplicación de estos instrumentos.
Así las cosas, aquellos municipios que no planificaron sus territorios, entraron en una tendencia recesiva insostenible en el tiempo y mientras no exista la iniciativa oficial para obtener planes de ordenamiento austeros y acertados, así como planes maestros, no podrán crear el escenario propicio para atraer inversionistas foráneos e incentivar a los empresarios locales a propiciar nuevos desarrollos.
Y qué decir de los suelos rurales de todos los municipios de la costa atlántica, en materia de gestión de suelo, ahora, con el fallo de la Corte Constitucional, donde prioritariamente prevalecen los derechos ancestrales de las etnias y por tal determinación los gobernantes se sienten impotentes y derrotados antes de asumir las consultas previas que deben ser concertadas con urgencia, para la implementación de parcelación campestre institucional, comercial, industrial y de vivienda campestre de baja ocupación. Pero nada, apenas surgen las primeras dificultades, los mandatarios se relajan y abandonan su misión por falta de visión empresarial.