Entre 1999 y 2006 los paramilitares se convirtieron en los dueños de la región de Azúcar Buena, llegaron al corregimiento de La Mesa donde se convirtieron en los dueños del sector. “Aquí no había institucionalidad, aquí se hacía lo que ellos decían o uno era un muerto más”, asegura un lugareño que prefiere no revelar su nombre.
Durante ese periodo los habitantes de la localidad estuvieron prácticamente presos en su propio territorio. Algunos se fueron, otros valientes se quedaron a convivir con quienes decidían quién salía y quién se quedaba en el lugar.
De la época que nadie quiere recordar y otros prefieren callar, surgió la historia de la ‘Piedra de los lamentos’, una gran roca ubicada justo en la esquina de la única tienda que surtía a los habitantes del pueblo, a la que los miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia pintaron con los colores de la bandera de Colombia.
Según los habitantes de la región, ese lugar era un símbolo de temor y represión porque ahí debían esperar las personas que acudían a las citas que le ponían los jefes paramilitares para que rindiera cuenta de sus actos.
“A las personas que citaban para que subiera a El Mamón, donde estaba asentado el comandante de las AUC, les indicaban que debían esperar en ese lugar. Esos mismos se notaban con caras de miedo, tristeza e incertidumbre por su futuro, ya que la mayoría eran sentenciados o no volvían con vida”, refirió un campesino.
En el mismo sitio los paramilitares tenían un retén permanente, revisaban los vehículos que entraban o salían del pueblo, pedían documentos a las personas, las requisaban y comparaban con una lista que tenían siempre en manos, los mismos rogaban a Dios por sus vidas. La piedra hoy hace parte de la cotidianidad del territorio que antes de 1999 y a partir del 2010 es un remanso de paz.