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La peste de la indiferencia

Termina el 2014 lleno de enfermedades y dolores de familia que pudieron prevenirse para minimizar sus efectos.

El virus del Chinkunguña vuelto epidemia, ha causado estragos en Valledupar sin que las autoridades de salud hayan establecido planes de prevención y atención con responsabilidad. Se suma a éste, un brote de gastroenteritis que tiene a la población en enormes dificultades y lo único que hay son declaraciones, como siempre, de médicos que tratan de explicar en qué consiste la enfermedad y sus posibilidades de propagación, pero no hay una salida responsable por parte de la institucionalidad que obre en el marco de sus obligaciones para mostrarle a la población que hay un plan organizado para combatir los riesgos.

Un artículo de la revista Semana, muestra las declaraciones del defensor del pueblo Jorge Armando Otálora advirtiendo que la institucionalidad no tomó las medidas suficientes para prevenir la propagación del virus del Chinkunguña y con ello evitar la epidemia que hoy está extendida en buena parte del país, por mera indiferencia o inoperancia de las autoridades de salud, desde su cabeza, el Ministerio de Salud, hasta las secretarías departamentales y locales.

El caso de Valledupar es todavía más vergonzoso, pues además del Chinkunguña, el brote de gastroenteritis es cada vez mayor, sin que las autoridades de salud hagan un estudio de las causas y elaboren un plan de prevención urgente. Lo paradójico de todo esto es que tenemos un alcalde médico.

El alcalde ha debido decretar la emergencia sanitaria en el municipio, de tal manera que pudiera con ello generar acciones rápidas y decisivas, en conjunto con el sector privado para hacer campañas de prevención y generar alguna estrategia efectiva de comunicación, pedagogía y atención, que garantice que los ciudadanos prevengan la enfermedad desde sus hogares, tengan un tratamiento adecuado o al menos puedan acceder a los medicamentos que por ley tienen derecho, sin que las EPS sigan abusando ante la falta de control.

Se acaba el año y lo único que sabemos es que el Chinkunguña es una enfermedad terrible que debilita el tejido social pues, mucha gente pobre no ha podido trabajar y con ello alimentar a sus hijos, porque sus múltiples dolencias se lo impiden, lo que repercute en su mínimo vital que se deriva de los principios del Estado social de derecho, que tienen que ver con la dignidad humana y la solidaridad, y que se conectan con el derecho a la vida y a la integridad personal; algo que pasan por alto las autoridades que paradójicamente conocen la verdadera dimensión de la medicina y de los servicios de salud.

Las autoridades de salud afirman que el Chinkunguña no mata a nadie, pero quizás la indiferencia del Estado a manos del municipio terminará por matarnos, siendo ésta más letal que cualquier otra enfermedad.

Les deseo un feliz y bendecido año 2015 a todos mis queridos lectores, con mucha paz, armonía y el favor de Dios en sus hogares.

@Oscararizadaza

Periodista: