En una entrevista un Petro descompuesto sostuvo que “la paz no se construye con hampones porque entonces el gobierno es un hampón”. En campaña, sin embargo, Petro perdió el pudor. Se reunieron con condenados por corrupción, parapolítica y narcotráfico, sin duda hampones, y les ofrecieron “perdón social” y beneficios jurídicos.
Fueron los orígenes de la “paz total”. Negociaciones paralelas con el Eln y con todos los otros grupos ilegales. Observaciones.
Acordar un cese al fuego bilateral permitiría que la guerrilla siga delinquiendo mientras que militares y policías no los combate. Y eliminar el principio de que nada está acordado hasta que todo esté acordado solo favorece al Eln, que obtendría concesiones sin necesidad de desmovilizarse y desarmarse.
Darle cualquier beneficio a disidentes y reincidentes de las Farc es contrario a la ley, supone premiar a quienes traicionaron el acuerdo y envía el pésimo mensaje de que nada ocurre a los que violan sus propios compromisos y siguen delinquiendo.
Para los otros grupos delincuenciales no cabe amnistía o indultos. Solo puede haber sometimiento.
Pero los problemas más graves de la propuesta de “paz total” provienen de los errores de base. Hay otros países con más pobreza y más desigualdad y ninguno de ellos tiene nuestros problemas de narcotráfico y violencia. Otros que sufrieron la violencia política pudieron superarla. Nosotros no, a pesar de las reiteradas negociaciones y generosísimas concesiones a los violentos.
Lo explica la pervivencia de la violencia en Colombia es la simbiosis entre narcotráfico y grupos armados. Es eso lo que explica que los frentes de las Farc más directamente vinculados al narcotráfico nunca entraran al diálogo y que los jefes de negociación de esa guerrilla se devolvieran al monte. Es eso lo que explica el fortalecimiento reciente del Eln.
Y que a pesar de que se han desmantelado las principales estructuras de narcos puros o se neutralicen una y otra vez los principales cabecillas, los grupos de narcotraficantes se recompongan. Para rematar, aunque por razones políticas no se reconozca, lo que se pactó con las Farc en materia de narcotráfico estuvo mal concebido y echó para atrás los éxitos conseguidos hasta el 2013. Desde entonces tenemos tres veces más cultivos de coca y cuatro y media veces más producción de cocaína. Como resultado, la tasa de homicidios del año pasado fue casi dos puntos mayores que en el 2015, el año anterior del acuerdo definitivo con las Farc.
Si no se entiende que es esa simbiosis de narco y grupos armados lo que explica la persistencia de la violencia, ninguna negociación será verdaderamente exitosa. Permitirá, eso sí, la jubilación tranquila de unos hampones, y también el reciclaje, nuevas generaciones de bandidos, de violentos. La “paz total” de Petro será otro fracaso.