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La Paz sin frontera

Desde el 20 de agosto cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerró la frontera por el departamento de Norte de Santander, y luego el ocho de septiembre terminó por La Guajira, el comercio ilegal comenzó a mermar.

El municipio de La Paz, en el norte de Cesar, es un ejemplo de la mala hora que viven los comerciantes tradicionales de gasolina y los grandes emporios que se crearon alrededor del contrabando, al punto que en esta población alcanzaron a comercializarse mensualmente diez millones de galones del combustible, que tanto daño le hacía al comercio legal.

Los golpes enseñan y esa necesidad de reacomodarse a un mercado sin la acostumbrada gasolina venezolana, hizo que la comunidad usuaria se volcara a las estaciones colombianas y estas al Gobierno Nacional para decirle que el cupo que estaban recibiendo no alcanza para abastecer la necesidad regional. Había pasado desapercibido que, por lo menos en Valledupar, eran insuficientes los dos millones 400 mil galones que autorizaba mensualmente el Ministerio de Hacienda, situación que se replica en muchos municipios guajiros y cesarenses. Solo la capital del Cesar necesita cinco millones de gasolina para satisfacer el mercado.

Al llegar a La Paz ahora, por cualquiera de sus tres entradas, se observa un panorama totalmente diferente al que se notaba hace tres meses, cuando la primera imagen del pueblo era una seguidilla de ‘pimpinas’ llenas de gasolina que compraban afanosamente los conductores de toda clase de vehículos (particulares y de servicio público). Aunque muchas personas quedaron cesantes por el cierre de la frontera y por ende la no llegada de gasolina de contrabando, esta situación ha obligado a iniciar otra clase de actividades que habían quedado relegadas, por ejemplo las agropecuarias.

En el ámbito de la clase política también pasó algo. Los congresistas, el alcalde actual y electo de Valledupar, se pusieron las pilas y se fueron a Bogotá a dar la pelea para que a la región llegara más gasolina. Los puntos positivos del cierre de la frontera son varios y hay que valorarlos.

Lo mejor de todo es que el centro de acopio más grande del Cesar de gasolina venezolana, La Paz, ha cambiado su imagen y sus habitantes respiran un aire más tranquilo.

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