Me sorprende cómo el municipio de La Paz, población a la que me unen muchísimos afectos, una tierra musical y de gente amable, va avanzando libre y pujantemente sin el fenómeno del contrabando de gasolina, estigma del que muchos pensaban que dicha población no se podría librar.
No se puede negar que el tráfico y venta ilegal de gasolina trajo consigo una “bonanza”, la cual podemos calificar a todas luces de efímera, dado que hoy día de esa “prosperidad” nada se ve, e incluso quienes lograron amasar algún tipo de ganancias gracias a esa actividad ilícita, hoy día se hace notorio el retroceso en su economía. “lo mal habido, se lo lleva el diablo”, “Más vale poco, y bien ganado, que mucho, pero enfangado” o como dijo el sabio Salomón: “Aquel que se enriquece rápidamente, no será muy inocente”.
Si bien es cierto que mucha gente trabajadora y hasta honrada se dedicó a este lucrativo negocio, no lo hicieron con malicia, ni tampoco con el ánimo de enriquecerse, sino que más bien lo vieron como una salida a la crisis, otros como una opción más y normal de trabajo. Aquí no podemos entrar a juzgar, dado que la gran mayoría de los habitantes de esta región, en algún momento “apoyamos” esta actividad, que prácticamente se volvió cotidiana, muy a pesar del riesgo que está acarreaba; de las tristemente célebres caravanas de la muerte, de los negocios turbios ligados a la actividad del contrabando de gasolina, como tráfico de estupefacientes, de armas y lavado de activos, de los accidentes generados por el mal uso de estos líquidos inflamables.
Lo cierto es que el panorama en La Paz ha cambiado muchísimo, para bien, se notan aires de renovación y se vislumbra un mejor horizonte. La próxima llegada de la Universidad Nacional, ha generado grandes expectativas, y para nadie es secreto que el arribo de este claustro, traerá grandes beneficios a esta población, son muchos los negocios que en torno a la Universidad podrán surgir generando múltiples empleos directos e indirectos:
Pensionados, residencias, restaurantes, comedores, lavanderías, cafés y salas de internet, negocios multiservicios de fotocopias, impresiones, transcripciones, etc. Lo más importante es que veo a todas luces a una alcaldesa con sentido de pertenencia hacia su pueblo, una mujer inteligente y capaz, la cual quiere preparar a su población para lo que se viene, Andrea Ovalle, sin duda es una mujer con pantalones, una administradora visionaria que quiere lo mejor para su pueblo, gracias a su gestión La Paz está cambiando, y para bien.
Este pueblo es sin duda alguna un destino no solo musical, sino gastronómico, somos muchas las personas que nos trasladamos hasta ese municipio a deleitarnos con exquisitos platillos de la gastronomía criolla, ni que decir de las famosas almojábanas: Su producto insignia, sin duda alguna una delicia, y la mejor de todas en Colombia, pues hay muchas poblaciones en donde las preparan, pero ninguna como las de La Paz, que además cuenta con otra variedad de exquisiteces como: Arepas, deditos, empanadas (para mí las mejores que he probado en todo el país), deliciosas carnes al carbón, arepas de huevo, avenas, chichas, arepas de asiento, mejor dicho una gran cantidad de delicias que solo allí preparan con esa calidad y sabor de antaño, conservando las tradicionales recetas ancestrales.
Lo cierto es que La Paz merece un segundo aire, y le llegó su cuarto de hora, su gente lo merece, hay un mundo de cosas por hacer, tiene el talento humano, con una líder que quiere darles lo mejor, tienen un entorno hermoso, la tradición y sobre todo las ganas. Dios bendiga a esta población que tanto quiero.
Por Julio Mario Celedón
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