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La Paz, certeza y conviccion

Por: Luis Elquis Díaz

Recientemente el presidente Juan Manuel Santos anunció que venía desarrollando un proceso exploratorio con la guerrilla de las FARC, con el ánimo de negociar el fin del conflicto y garantizar una paz duradera en el territorio colombiano.  También explicó nuestro mandatario que el proceso giraría en torno a estos ejes temáticos: Desarrollo rural y mayor acceso a la tierra, garantías del ejercicio de oposición política y participación ciudadana, fin del conflicto armado, que implica dejación de las armas y reinserción a la vida civil por parte de los guerrilleros; búsqueda de solución al problema del narcotráfico y derechos de las víctimas.
Una sociedad acostumbrada a convivir con un conflicto cincuentenario, en vez de atesorar el proceso con optimismo lo recibe con escepticismo. Sentir desconfianza es apenas natural en virtud de los antecedentes con esta clase de procesos, no solo por culminar infértiles, sino también por la presunción de reagrupamiento y fortalecimiento militar de las FARC.
Sin embargo, el anhelo de todos Colombianos es gritar júbilo inmortal mediante el advenimiento de la paz. La reminiscencia histórica del país con respecto a este tipo de procesos está precedida por afirmaciones que señalan que quienes inician los diálogos persiguen un interés personal, distinguido en el premio nobel de la paz. Este tipo de maniobras quirúrgicas lastiman el espíritu del proceso; asimismo, asimilar un asunto importante como si fuera un show artístico perjudica la confidencialidad necesaria en los procesos de negociación.
En la actualidad, la espontaneidad de las redes sociales se constituye en un cordel que repite continuamente los mensajes hirientes que también lastiman el proceso. No obstante, a esta serie de dañinas connotaciones a la paz no se le puede cerrar la puerta y menos por las voces provenientes de las trincheras opositoras.
Por ello, la mayoría del pueblo colombiano recibe con beneplácito la decisión del presidente Juan Manuel Santos. El presidente es consciente que entre sus manos sostiene un arma de doble filo, en cada uno de sus linderos coexisten el éxito y el fracaso; por lo tanto, considerar que el proceso tiene un objeto reeleccionista es subjetivo; sin embargo, prefiero este enfoque y no el anterior que tiene a varios ex funcionarios del país en líos jurídicos.
Ningún proceso de negociación es sencillo, el que se está gestando en nuestro país es quizás de mayor complejidad dada la acumulación y tipificación de delitos cuantificados durante 50 años. Los ciudadanos y las instituciones consideramos que no existe ninguna similitud entre negociación e impunidad y sabemos la magnitud del significado del narcotráfico como material probatorio.
Recientemente voceros de las FARC negaron ser Secuestradores y Narcotraficantes, detenerse a discutir semejante evidencia carente de negación es presumir ser ingenuos y que las FARC lo son. Incluir a Simón Trinidad entre sus negociadores a pesar de la imposibilidad por encontrarse preso en Estados Unidos, es una expresión de solidaridad con sus militantes y una jugada que procura su salida penitenciaria, aunque tengan consciencia de su escasa posibilidad.
Al unísono se escucha la inconveniencia de negociar en medio del fuego, desde luego es incoherente, sin embargo, en la medida que el proceso muestre avances se constituirá en una condición.
Pido a Dios su participación en el proceso y acudo al libro de los hebreos escrito por el apóstol Pablo capitulo 11; 1 que reza: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. No puedo negar la vorágine del escepticismo, aunque al mismo tiempo abrazo la posibilidad del fin del conflicto.
Elquis0127@hotmail.com

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