En diciembre de 1985 – Miguel Herrera incluyó en un LP de los que grabó con el Chiche Martínez la canción de su autoría titulada “La Pastillita”, la que contiene un musicalizado regaño a uno de sus colegas que andaba acelerado, la cual dice en uno de sus apartes lo siguiente:
“No veo razones para darse tanta fama aquel artista si está en buena condición, porque se siente que el público lo respalda hace locuras y dice que él es el mejor”
Es oportuna la precitada reflexión y tiene más vigencia que nunca, porque preocupa que algunos artistas que parecen enloquecidos no satisfechos con su éxito y la fama, en vez de interpretar la música, pues para eso les pagan insultan, menosprecian y atropellan a otros que igual que ellos viven de su canto y/o de su toque, y merecen ser respetados; más adelante dice la canción:
“Al buen artista lo hace la fanaticada pero ella misma se encarga de destruirlo en estos casos hay que tener mucha calma porque de pronto al trompo se le parte el hilo”.
Evidentemente, si bien los seguidores aplauden, apoyan y a veces idolatran a sus artistas, no se puede olvidar que esa multitud también se reciente, que es gente de carne y hueso, y a que a veces aplauden pero para que se bajen de la tarima por sobradores y cansones y por lo mismo no pueden los músicos por muy importantes que se sientan olvidar lo que dice Poncho Zuleta: “Uno antes de ser artista tiene que ser gente”.
No es buena noticia para la música de Acordeón, la más bella de Colombia que como se dice en algunos medios de comunicación algunos de sus protagonistas se estén portando mal, no solo en algunos escenarios públicos, sino con su familia, contrario a lo que todas admirábamos de Diomedes Díaz, que independientemente de sus momentos de indisciplina que los tuvo y de su gloria que trasciende inclusive después de su muerte, en obra musical, la presencia de su familia fue permanente sostenida e indiscutible hasta el final de sus días, y lamentaba que el mar no fuera de el para dárselo a su madre “Con to y pescao”.
También recuerda Migue en el disco que “La fama no es infinita, unos vienen y otros van”, y eso es cierto, igual que la plata, hoy está con uno y después está con el otro, y cuando ella se ausenta, los únicos que estarán con el artista activo o en retiro, en invierno y en verano, en la cumbre o en desgracia, en la victoria y la adversidad son sus familiares y muy especialmente su madre, su padre, su esposa si no se le va, sus hijos y sus hermanos, los aduladores son los primeros que le dan la espalda después que lo llevan al fracaso.
Dios nos ayude para seguir viendo llorar a las madres de nuestros artistas pero de emoción, de alegría y no por tristeza por sus malos procederes.
Por Luis Eduardo Acosta