En estas vacaciones visité a mi bella, exótica y pobre, pobre por sus malos gobernantes, porque recursos ha tenido y tiene, repito mi Guajira querida, por invitación que nos hizo el buen amigo Abdón Peralta y su bella esposa Lucy, a su finca La Girona, un paraíso ambiental a la orilla del mar donde se conserva la naturaleza intacta y está prohibido la cacería y la tala de cualquier brusco, porque el propósito es adelantar en esa inmensa propiedad proyectos ordenados, modernos y bellos para promocionar un turismo de alta calidad, igual o mejor que los mejores del mundo.
Como siempre, porque no es la primera vez que le ponemos la canal, nos esperaron con los brazos abiertos, las neveras full, especialmente de productos marinos, pescados en sus playas de casi siete kilómetros de longitud, chivo de cachos, huevos criollos, carne de todas las clases, yuca, plátano y guineos fresquecitos sacados en su huerta; whisky y vinos inagotables, pero lo más importante el exquisito trato y el gusto para atendernos de Abdón y Lucy. No hay como pagarles sino diciéndoles que los esperamos para el Festival para atenderlos como ellos se merecen, con Poncho Zuleta a bordo.
Fuimos a Palomino que está de moda, la gente acude masivamente a sus playas que les dejan billetico y quedamos desilusionados por el desorden, la basura y la falta de cultura que allí imperan, pues las autoridades, especialmente de Dibulla, no hacen presencia ni siquiera para arreglar y poner orden en las vías de acceso vueltas un desastre, no hay derecho, esperamos que para el año entrante todo haya cambiado, incluso los precios que están a la altura de los sitios más sofisticados de Cartagena.
Ojalá que el Gobernador de mi tierra, mi Guajira, le diera una manito a los palomineros, sino creo no volver y no salir de La Girona a buscar incomodidades.
Visitamos dentro de La Girona la desembocadura del Río Ancho, ¡qué sitio tan bello!, espectacular, donde Abdón tiene un ambicioso plan para fomentar y explotar la industria sin chimeneas; ahí sólo comimos coco biche con abundante agua, pues ese día en “La Quinta”, una inmensa mansión donde fácilmente se alojan 40 personas, nos esperaba un suculento trifásico y unos deliciosos arroces de camarón y asadura, el primero hecho en Puente Bomba, que es el mejor del mundo. Como dicen los cachacos, la pasamos rico.