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La Parusía

Es un término bíblico que significa el final de los tiempos, que propiciará la segunda venida del Señor Jesús, y es precisamente lo que parece estar ocurriendo actualmente, y quiero referirme específicamente al tema de la adopción igualitaria, aprobada mediante fallo de la Corte Constitucional C-075/2015 que contó con la ponencia del magistrado Jorge Iván Palacios y, dada su extensión, me referiré a uno de los argumentos que sirvieron de fundamento para dar vía libre a la adopción de personas del mismo sexo, como lo fue el concepto emitido por el Departamento de Sicología de la Universidad Nacional que sostiene: “los estudios internacionales desde hace más de 25 años han demostrado que entre familias tradicionales y las conformadas por parejas del mismo sexo no existen diferencias significativas en el proceso de socialización” y agrega: “No existen diferencias entre niñas y niños educados por lesbianas y aquellos educados por heterosexuales en cuanto al concepto de ansiedad, depresión, problemas de conducta y desempeño en áreas sociales; ni evidencia científica acerca del perjuicio sobre el efecto negativo en la identidad sexual de tener madres o padres homosexuales”.

Por su parte la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, sostiene que: “no existen evidencias o indicadores sociológicos que revelen afectaciones negativas en el desarrollo y bienestar de los niños por causa de la adopción por parte de parejas del mismo sexo”.

Y el Instituto de Sicología (Así sin la P inicial) de la Universidad del Valle expresa que: “cualquier política que niegue la adopción a parejas del mismo sexo es contraria al mejor interés de los niños porque los obliga a permanecer en instituciones a cargo del Estado”. Todos estos conceptos en su gran mayoría son tomados (¿copiados?) de publicaciones y estudios científicos realizados en el extranjero, y no fruto de la experiencia científica de quienes lo expresan.

Ahora bien, si usted amigo(a) lector(a), después de leer lo anterior, ha quedado estupefacto(a), recuerde el evangelio de Juan 14: 5,6: “Le dice Tomás. Señor no sabemos a dónde vas ¿Cómo podemos saber el camino? Le dice Jesús: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

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Dario_Arregoces: