Se celebra hoy el Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer, instituido por Naciones Unidas, quién ha organizado una campaña mundial de 16 días de activismo contra la violencia basada en género, que va desde este martes hasta el 10 de diciembre, día de los derechos humanos.
No es casual que así sea. Más que un acto miserable de cobardía, la violencia contra la mujer es ante todo una violación a sus derechos humanos, producto de la discriminación y de las condiciones de desigualdad en que vive en esta sociedad patriarcal. A nivel mundial, una de cada tres mujeres ha padecido alguna forma de violencia física o sexual, usualmente ejercida por su compañero sentimental.
En Colombia, según la OMS, cada seis días es asesinada una mujer por su esposo o anterior pareja. Según Medicina Legal, los altos niveles de violencia intrafamiliar, en especial contra mujeres y niñas, ocurren de preferencia los fines de semana, en el seno de sus hogares, ligados a la intolerancia y al alto consumo de alcohol como eficiente coadyuvante.
Dice un célebre paseo vallenato que, “La parranda y la mujer son las cosas que más quiero”. Lo que no menciona la canción pero si lo sugieren las estadísticas de violencia en el Cesar, es que parece que muchos de esos parranderos cuando regresan borrachos a sus casas suelen maltratar a la mujer que tanto quieren.
No exagero. Miren que, en 2013, fuimos los primeros en la costa Caribe en acciones violentas contra la mujer. Con una tasa de violencia intrafamiliar de 268,5 por cada cien mil habitantes, no hay quien nos gane por estos lares en ese antiguo deporte popular de maltratar a nuestras mujeres, novias e hijas.
Digo popular, por lo frecuente. No porque se practique de preferencia en la casa de los pobres. No. La violencia contra la mujer no respeta estratos socioeconómicos. Se maltrata, golpea, insulta y hasta asesinan a las ricas, a las de clase media y a las pobres. Es, sin discusión, otra actividad democrática.
El Alcalde debería cumplir su promesa electoral de conseguir que el Concejo Municipal apruebe la Secretaría de la Mujer, encargada de formular y ejecutar una política pública que garantice los derechos de las mujeres vallenatas e incluya en todos los programas y proyectos municipales un enfoque de género.
Lo mismo le corresponde hacer al gobernador Monsalvo. Si por Valledupar llueve, por Aguachica, Codazzi, El Copey y San Martín ni se hable. El problema afecta a todo el departamento. No obstante, la violencia contra la mujer se puede evitar. Las acciones preventivas son posibles y necesarias.
La violencia intrafamiliar es un delito, un hecho público y no un problema privado; por eso insisto: en peleas de marido y mujer TODOS nos debemos meter. rodoquintero@yahoo.com