Según el estudio elaborado por el World Inequality Lab, el legado de la pandemia propuesta por el covid-19 es un mundo más desigual. La brecha entre ricos y pobres registró signos de crecimiento entre 2019 y 2021. Cada faceta de la desigualdad entorpece la capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, particularmente, el ODS10 en la agenda prevista para 2030.
Entre las conclusiones del World Inequality Lab sobresale que la falta de transparencia sobre las desigualdades de ingresos y riqueza socava gravemente las posibilidades de un debate democrático pacífico en la economía globalizada actual.
En particular, es crucial que los gobiernos brinden acceso público a estadísticas fiscales confiables y detalladas, lo que a su vez requiere que operen sistemas de informes de ingresos, herencias y patrimonio que funcionen correctamente. Sin esto, es muy difícil tener un debate informado sobre la evolución de la desigualdad y qué se debe hacer al respecto.
El estudio en comento coincide con el realizado por la Oxfam, denominado ‘Las Desigualdades Matan’, cuenta que los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99% de la población mundial se habrían deteriorado a causa del covid-19. Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, así como la desigualdad existente entre países, están fracturando al mundo.
Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la “violencia económica” tiene lugar cuando las decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica de una manera directa al conjunto de la población y, especialmente, a las personas en mayor situación de pobreza, las mujeres y las niñas, y las personas racializadas.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, en América Latina la crisis sanitaria permanece vigente, ubicando a la región como la más vulnerable del mundo debido a la pandemia covid-19. La tasa de pobreza extrema en América Latina habría aumentado del 13,1% de la población en 2020 al 13,8% en 2021, un retroceso de 27 años, mientras que se estima que la tasa de pobreza general habría disminuido levemente, del 33,0% al 32,1% de la población. Esto significa que la cantidad de personas en pobreza extrema pasaría de 81 millones a 86 millones, y el número total de personas en situación de pobreza bajaría ligeramente de 204 millones a 201 millones.
El Banco Mundial dio a conocer un informe que revela la desigualdad de ingresos en Colombia, definida como la más alta entre todos los países que integran la OCDE y es la segunda más alta entre 18 países de América Latina y el Caribe. Según el Banco Mundial los ingresos del 10% de la población más rica de los colombianos es once veces mayor que la del 10% más pobre y lo compara con el país más equitativo de la OCDE, la República Eslovaca, donde el 10% de la población más rica gana apenas tres veces más que el 10% más pobre.
Las recetas para combatir la desigualdad en el mundo confluyen en análisis técnicos, fiscales y financieros, pero perecen en la falacia de la contienda ideológica matriculada en América Latina y se diluyen en la pérdida de confianza, concibiendo un engendro indómito y peligroso que amenaza con hacer implosión en los límites de la descomposición social.
Por Luis Elquis Díaz