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La palabra encantada

Por Mary Daza Orozco

Es por las noches y cautiva. La gente colma el salón de exposiciones y los pasillos, hay flores y música. Los moderadores presentan a la persona escogida por su trabajo artístico, social  o comunitario y comienza el público a hacer preguntas; una bonita manera de conocer la vida y la labor del invitado.

Es un programa cultural que se inventó Alberto Muñoz Peñaloza, director de la Casa de la Cultura y ha  calado dentro de los amantes de las artes que se acercan cada quince días a participar o a escuchar; es un programa diferente que rompe la monotonía del día a día; son dos horas que cautivan: preguntas interesantes, respuestas divertidas, música de fondo, flores, heliconias traídas de Manaure, jovencitas aspirando a ser sirenas vallenatas, piano, conjunto vallenato que sorprende al invitado con su canción favorita, preguntas capciosas, gente alegre, respuestas increíbles. Me encantó el programa.

Esta es una descripción sucinta de lo que ocurre en la institución que dejó de ser un ente adormilado para adquirir de pronto una actividad moderada, bien pensada y gustadora.

La labor de Muñoz Peñaloza, sin un gran presupuesto, quizás ínfimo, es encomiable. Él ha demostrado quecon voluntad y amor por el arte se pueden lograr eventos sencillos que educan y se hacen inolvidables.

La palabra encantada cautiva, tanto que cuando se termina y se sale del recinto ya se siente nostalgia, nostalgia de la de ayer, porque  la de hoy ha cambiado o no existe,  “es esa sensación, de sentir como se aprieta el pecho, tan hondamente”.

Sí, nostalgia de la juventud que la remueven los presentes con sus preguntas; nostalgia de amores idos; nostalgia de pueblos donde se ha vivido; nostalgia de canciones vallenatas, ¡no hay nada más nostálgico que un canto vallenato!, de los de ayer; nostalgia por la obra literaria no lograda, nostalgia por los ausentes; sí, nostalgia que no es tristeza, es anhelo de volver a vivir lo que se ha vivido. Todo eso lo logra La palabra encantada, ¡qué buen nombre le han puesto!

El éxito de un buen programa: que deje el deseo de regresar y volver a vivirlo. Ya con eso el director Alberto Muñoz Peñaloza, puede estar tranquilo porque su labor ha sido ejemplar.

Dentro de los recuerdos de mi extensa vida de nostalgias, perdón, de trabajo con la palabra, había soñado con un momento coloquial en el que me preguntaran con afecto, y lo encontré allí, en medio de un grupo de amigos que no conocía, otros entrañables desde mi niñez, todos alegres, porque si algo tiene el programa es una saturación de alegría, alegría de ser, de estar, de vivir, de ser nostálgico, ¿o romántico? Alegría, en fin, la que tanta falta hace.

 

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