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La otra línea del túnel

No vamos a precisar millones porque son billones, ni la aritmética porque es geografía y geometría. Y hasta trigonometría. Pero cuando se inaugura el histórico Túnel de la Línea el día de hoy y se rememora la gran gesta en su construcción, que no se limitó al túnel principal de nueve kilómetros, sino el auxiliar, los otros túneles y la veintena de viaductos; no debemos dejar de complacernos como colombianos de que al fin se ha puesto en servicio.

Pero hacemos unas reflexiones sobre la Colombia que desde principios del siglo pasado con la pérdida de Panamá y el ascenso del café como principal producto de exportación,  empezó a consolidarse y que dejó a la Costa Atlántica que ahora en acto de afirmación llamamos Caribe, en un papel secundario. Nació así la preponderante Colombia Andina.

Sí, la capital Bogotá es el centro de ella, donde opera el gobierno central, la mayor parte de la población vive sobre la montaña y no en las llanuras de ‘inhóspitos climas’ y, que las industrias se ubican, al igual que las cadenas del comercio y la logística, en ese territorio.

Como fuera, es un círculo virtuoso que se nutre así mismo. No es casual, en estos días,  que el ciclismo se esté erigiendo como deporte y ejercicio nacional, gracias al poderío que ha ofrecido la condición montañosa del país. 

Y se abunda: La colonización, que nosotros llamamos la civilización del café, que es paisa, de Medellín, Rionegro, Marinilla, se hizo sobre el lomo de montañas. Decimos ‘civilización’ porque se tumbaron bosques para propiciar las siembras. De allí la Gran Antioquia, que extendió sus ramificaciones hasta Caldas, Risaralda y Quindío y en el norte del Valle, departamento cuya capital es Cali.

Ese eje trigonométrico Bogotá, Medellín y Cali, con sus respectivas áreas de influencia, está definido en los beneficios y el simbolismo del Túnel de La Línea.

Metiéndonos más, gran parte de la población habita en cima andina, y el  mercado, se localiza ahí.

Entonces, llegamos por inferencia lógica, a la conclusión  de que las  inversiones de infraestructura, que  desde hace una década pasaron en los montos del presupuesto y del resaltable aporte del sector privado y de la banca nacional e internacional, de la aritmética a la geometría, porque si antes se sumaba hoy se multiplica en proporción geométrica, vienen alcanzando una sustancial participación en el PIB y el gremio, la Cámara de La Infraestructura ya es de los principales del país.

Los instrumentos han sido el fortalecimiento institucional  -con entidades como la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, hoy manejada por técnicos, como su presidente Manuel Felipe Gutiérrez y su equipo, fundamental en la reactivación de la ruta del sol III- y el contrato de Concesión. Pero con solo ver el mapa y la malla de vías de III, IV y V generación se nota que esos 40 o 50 billones de pesos van en un 80 % para la Colombia Andina. Donde además los costos por kilómetro son mayores por los cerros, que exigen viaductos y túneles. Billones. Mientras, para nosotros, es tan difícil lograr $140.000 millones para pavimentar la transversal del Cesar, Codazzi-Cuatro Vientos. 

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