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La oposición de los inútiles

Es inútil que sigamos negando la realidad política del Cesar. Si de verdad queremos recobrar la esperanza y participar con opción de triunfo en la próxima contienda electoral, comencemos por admitir que la familia Monsalvo Gnecco no actúa con torpeza ni está desgastada. Aunque nos disguste, permanecen invictos: realizan alianzas efectivas, ganan sus apuestas políticas regionales y manejan con destreza sus negocios. Además, muchas personas admiran o idolatran su liderazgo. Cielo es una matrona carismática, José Jorge sabe cómo producir dinero y Luis Alberto despierta cierta compasión.  

A pesar de los líos jurídicos, el poder político y financiero de los Monsalvo Gnecco continúa creciendo. Tienen una maquinaría bien aceitada, nunca dan puntada sin dedal y se adaptan con audacia a las nuevas coyunturas. En su núcleo familiar hay un concejal, un diputado y un senador. Pusieron al gobernador encargado y a un representante a la Cámara. Cuentan con el apoyo de cuatro congresistas y gran parte de los diputados, alcaldes y concejales. Por eso cada cuatro años ganan la gobernación con una mayor diferencia electoral y un menor gasto económico, que en todo caso no es poco. 

Muchos, en mi caso como ciudadano y otros desde la esfera política, nos oponemos a su manera de administrar los recursos del Cesar. Criticamos a través de diferentes medios sus inversiones impertinentes, sus obras inconclusas y su actitud de emperadores provincianos. Exigimos transparencia en la contratación pública y soluciones integrales para la desigualdad social. Creemos que el departamento va por mal camino: el desempleo abunda, la educación no avanza y la inseguridad aterra. Hasta promovemos candidaturas alternativas y soñamos con la rebelión democrática. Sin embargo, los Monsalvo Gnecco, insisto, siempre salen victoriosos en las elecciones.

¿Podemos hacer algo para cambiar este panorama?, ¿la desesperanza es inevitable?, ¿nos damos por vencidos? En vez de insistir en derrotar a los Monsalvo Gnecco con maniobras judiciales debemos buscar una solución en las urnas. Hay que convencer y emocionar a las mayorías. Nada garantiza un triunfo electoral, pero es posible idear una campaña que sea atractiva y competente. Para eso se requiere de mucho pragmatismo y amor por el Cesar. Las diferencias políticas por simpatías y consideraciones nacionales deben dejarse a un lado. Nos toca asumir este reto como ciudadanos libres e inconformes, ni Petro ni Uribe van a sacarnos de este atolladero.

No hay posibilidad de una victoria popular mientras impere la avaricia, la testarudez y el egocentrismo. Dejemos de ser, me incluyo como simple cesarense que le duele su tierra, unos inútiles. Para tener capacidad de competencia en las próximas elecciones a la gobernación, que es el eje político de los Monsalvo Gnecco, resulta necesario que los candidatos opositores se unan sin que queden cabos sueltos, lleguen a un acuerdo programático y se someten a algún tipo de consulta. Luego deben rodear a quien sea electo, hacer una campaña armoniosa y despertar el fervor de la gente. De lo contario, amigos y amigas, la derrota nuevamente será inevitable.

Carlos César Silva.

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